5. EL PLANETA COMÚN.
Todos vivimos en el mismo planeta, la Tierra, y los eventos que en ella
ocurren nos afectan a todos en mayor o menor medida. En palabras de María
Zambrano: "No es el destino, sino simplemente comunidad - la convivencia-
lo que sentimos nos envuelve: sabemos que convivimos con todos los que
aquí viven y aun con los que vivieron. El planeta entero es nuestra
casa"[8,16]. Con la globalización las distancias continuarán
acercándose y la tierra continuará haciéndose más
pequeña. Por otro lado el actual secretario general de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, dijo: "la tierra no es nuestra. Es un tesoro que guardamos
para las generaciones futuras, para nuestros hijos y para los hijos de
nuestros hijos. Espero que nuestra generación sepa mantener esa
confianza". Habrá que luchar para que así sea.
El medio ambiente es toda esa naturaleza que nos rodea, el medio
en que vivimos, que a todos nos afecta y del que depende, en gran medida,
nuestra calidad de vida; es un ámbito interdisciplinar. Estamos
acostumbradoa a cuidar de nuestras cosas, pero no a cuidar de las cosas
comunes. La mayoría de los problemas medioambientales derivan del
hecho de que la mayoría de los activos naturales son de propiedad
común. Todos nos queremos beneficiar, y por si acaso alguien se
va a beneficiar antes o más que nosotros, los explotamos al máximo.
La naturaleza nos da bienes de forma gratuita, pero no los podemos utilizar
gratuitamente. Tenemos que tener cuidado porque hay que mantenerlos, hay
que conservarlos.
Es importante tener en cuenta que actualmente muchos problemas ecológicos
y medioambientales ignora las fronteras nacionales, que están
globalizados. Hoy es habitual hablar de desplazamientos masivos de población
en diferentes lugares del planeta (epidemias, guerras, desastres ecológicos,
etc.). La contaminación del Rhin afecta a Suiza, Francia, Alemania,
Países Bajos y mar del Norte; Chernobyl invade y, luego, desborda
el continente europeo; el agujero en la capa de ozono, el efecto invernadero
por el exceso de CO2 en la atmósfera o las mareas negras pueden
ser ejemplos de esta situación. Más que nunca se hace evidente
que todo lo que sucede en el planeta está relacionado y nos afecta
de alguna forma.
Año tras año se pone de manifiesto la relación
existente entre el medio ambiente y el ser humano. El hombre tiene cada
vez más peso en los ciclos naturales. En la medida en que la población
mundial aumenta, esta relación cobra mayor importancia. En 1972
se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Humano, donde concluyó que los problemas medioambientales
no pueden ser separados de los problemas del desarrollo. La economía
tiene mucho que decir sobre el medio ambiente. Hay toda una actividad,
que es cuidar el medio ambiente, protegerlo y gestionarlo bien que puede
generar actividad económica, empleo y producción. Cuanto
más cerca se sienta el medioambiente más cuidado se pondrá
en su conservación; cuanto más locales son, son más
conscientes del cuidado que deben tener. En 1992 en la Cumbre de la Tierra
de Río de Janeiro se reconoció que la mayoría de los
problemas de contaminación son provocados por los países
desarrollados. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático
(IPCC) de las Naciones Unidas concluyó en 1996 con la frase textual:
el balance de las pruebas sugiere una influencia humana discernible en
el clima global.
Con la globalización actual la degradación medioambiental
va en aumento. Desde que la vida existe en la tierra unas especies han
ido apareciendo y otras se han extinguido. Pero el ritmo al que desaparecen
las especies en los últimos años es mucho más acelerado,
tanto, que no solo se ve amenazada la biodiversidad, sino también
nuestra propia subsistencia.
El Sur carece de capacidad para actuar y el Norte carece, a menudo,
de deseos y fuerzas para la acción. La conciencia ecológica
se plantea como un problema global. El pensamiento ecologista: piensa globalmente
y actúa localmente, quizá ya no sea sostenible en la actualidad
y haya que actuar también globalmente a través de proyectos
políticos. No son viables los modelos de desarrollo que hagan un
uso intensivo de los recursos y supongan un deterioro del medioambiente.
Los modelos de desarrollo viables han de incorporar los activos naturales
como parte de la economía. El modelo de desarrollo que proponen
los países desarrollados no es aceptable porque es ecológicamente
depredador. La Tierra no resistiría la presión ejercida por
todos los habitantes del planeta consumiendo y contaminando al mismo ritmo.
Según los últimos estudios el coste de restitución
de los ecosistemas es mucho mayor que las ganancias a corto plazo que se
generan con su destrucción; no es un comportamiento ni racional
ni inteligente. En el proceso de globalización actual el beneficio
a corto plazo es fundamental, pero ya no puede ser aceptable. Hay cambios
positivos, más conciencia medioambiental y más espacios protegidos,
pero otros problemas empeoran: la desaparición de especies, el proceso
de pérdida de suelo y desertización, la emisión de
gases de efecto invernadero. La actual concepción económica
basada en el consumo masivo impuesta por la globalización ha significado
un serio deterioro del medio ambiente a nivel planetario. La economía
liberal, está inmersa en una filosofía consumista de usar
y tirar, de máximo beneficio a corto plazo, globalizar este pensamiento
implicaría un gran consumo de materia, una degradación del
planeta. Además, la ausencia de normas medioambientales, o el masivo
incumplimiento de las mismas, no logran frenar el deterioro de los ecosistemas
ni la degradación medioambiental. El actual sistema económico
internacional carece de instituciones eficaces que conserven la riqueza
medioambiental. Se necesita potenciar la energía eólica porque
necesitamos eliminar la energía nuclear. También es necesario
utilizar y potenciar otras energías limpias como la fotovoltaica,
así como acercar el lugar de generación de la energía
al lugar de consumo.
En 1998 se celebró la Cumbre de Kioto sobre reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero que está provocando
el calentamiento de la tierra. El "Protocolo de Kioto" tiene
gran importancia. Entró en vigor el 16 de febrero de 2005 después
de la ratificación de Rusia. Aunque EEUU, acusado de ser el principal
productor de gases, aun no lo ha firmado se tiene el compromiso y apoyo
de algunos estados de la unión como Washington DC. El Centro Hadley
británico ha considerado que "la actividad humana es la principal
causa del aumento de las temperaturas registradas en los últimos
50 años". Se puede considerar que más del 50% del aumento
de la temperatura en los últimos años es debido a la actividad
humana, como la emisión de gases de efecto invernadero asociadas
a la industrialización. El aumento de 0'5ºC observado
en la temperatura global atmosférica a lo largo del siglo XX hay
que atribuirlo, en gran medida, a esta actividad. Se considera que el cambio
climático podría conducir a la pérdida masiva de especies
a finales del siglo XXI, especialmente de plantas y principalmente
en Europa. Según algunos estudios realizados las plantas de montaña
europeas se han mostrado muy sensibles al cambio climático. La pérdida
de superficies heladas subirá el nivel de las aguas de los mares
y océanos provocando inundaciones y transformando la geografía
actual. Por todo ello el Protocolo de Kioto debería continuar después
del 2012 para beneficio de todos. Hasta que no pongamos freno al consumo
energético desmesurado y empecemos a reducirlo será imposible
cumplir el protocolo de Kyoto.
El tratamiento de los residuos se ha convertido en un grave problema.
Según las estadísticas en el último medio siglo los
reactores nucleares del mundo han utilizado más de 200 mil toneladas
de combustible, cifra que aumenta cada año. La UE tiene 110 instalaciones
nucleares en proceso de desmantelamiento. Estos rediduos se procesan y
se almacenan en depósitos preparados para este menester. Hay una
tendencia a que sean los países menos desarrollados los que almacenen
en su suelo estos residuos. Rusia ha propuesto a la UE almacenar los residuos
a cambio de financiación. Las ciudades contribuyen, en gran medida,
a los problemas medioambientales. Se calcula que en 1800 sólo el
3% de la población mundial vivía en ciudades, ahora viven
en el medio urbano y un 80% de los habitantes de Europa Occidental están
urbanizados. Megalópolis como México, Shanghai, Bombay, Yakarta,
o Tokio no han dejado de crecer.
La naturaleza cuenta con unos recursos naturales limitados y
por ello un sistema económico basado en la explotación, en
consumo masivo y la obtención del máximo beneficio monetario
es insostenible. El agotamiento y la mala utilización de los recursos
naturales está cada día más de actualidad. Los patrones
de consumo que tenemos no son sostenibles. Tenemos que cambiar, darnos
cuanta de que no hay nada gratis, que lo que tomamos, si no lo reponemos
o ayudamos a su reposición se agotará. El principal motivo
ha sido la explotación irracional de los recursos naturales. A pesar
de los enormes esfuerzos que los gobiernos de algunos países están
realizando para crear un "desarrollo sostenible" los atropellos ecológicos
siguen aumentando; en Brasil son continuas las denuncias sobre los agresiones
ecológicas que se llevan a cabo en la Amazonía, aunque sea
el gran pulmón del planeta, reserva mundial de oxígeno y
agua potable. La deforestación sin control en busca de maderas preciosas
es el un gran peligro de esta región. Los madereros, a pesar de
presentar un proyecto verde, una vez aprobado arrasan sin control. Según
el último informe de la ONU la escased de agua es el problema más
importante, seguido de la contaminación, la subida de las temperaturas
y la explosión demográfica. Según la UNESCO, 1.000
millones de personas no tienen acceso al agua potable, 2.000 millones no
tienen saneamiento ni alcantarillado y el 50% de la población mundial
no puede utilizar el agua para lavarse. Son necesarias medidad de ahorro
y eficacia. El crecimiento económico actual es insostenible e incompatible
con la conservación del medio ambiente. Hay que gestionar bien el
agua, ahorrar y evitar el despilfarro, así como evitar las pérdidas
en la red de distribución, que sson altas.
El mercado por sí solo no va a tener en cuenta al medioambiente.
Actualmente los conomistas estudian los problemas medioambientales como
un fracaso del mercado. Para la globalización actual, la globalización
económica, los problemas medioambientales no son importantes, aunque
deberían serlo. Los asuntos medioambientales chocan claramente con
los intereses económicos de los países desarrollados y de
las grandes empresas multinacionales. Hay gran oposición por parte
de EEUU para incluir consideraciones sociales o medioambientales en los
acuerdos comerciales. Pagar por contaminar es la propuesta de EEUU respecto
a las emisiones de CO2; no soluciona el problema ya que los países
desarrollados seguirían contaminando porque podrían pagar
su tasa, mientras que los países menos desarrollados, que necesitan
hacer sus transformaciones y necesitan contaminar para avanzar en su desarrollo,
se verían frenados porque estarían gravados por la necesidad
de pagar la tasa por contaminación.
El desarrollo sostenible es aquel desarrollo que satisface las
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades
de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades. Este
tipo de desarrollo permitiría mejorar las condiciones de vida de
los seres humanos mediante la explotación racional y respetuosa
con el medio ambiente. La primera definición de desarrollo sostenible
es de 1987, en el informe "Nuestro futuro común", fruto de los trabajos
de la Conferencia Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo de Naciones
Unidas, creada por en 1983. En esta comisión se difundió
este concepto como la definición siguiente: "Desarrollo sostenible
es la habilidad de asegurar las necesidades del presente sin comprometer
la habilidad de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades".
En 1992, en la Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro de las naciones Unidas,
se estableció la Comisión para el Desarrollo Sostenible con
el objeto de impulsar este cambio de mentalidad, y que dió como
resultado la Agenda 21, en donde se define una estrategia general de desarrollo
sostenible para todo el mundo, haciendo especial hicapié en las
relaciones Norte-Sur. Las principales características del desarrollo
sostenible son: el mantenimiento o mejora del sistema ambiental por parte
de la actividad económica, así como la calidad de la vida
de todos los ciudadanos; la utilización de los recursos eficientemente,
y promoción del reciclaje y la reutilización; el desarrollo
e implantación de tecnologías limpias; la restauración
de los ecosistemas dañados; la promoción de la autosuficiencia
regional; el reconocimiento de la importancia de la naturaleza para el
bienestar humano; el planteamiento de la actividad humana sin trastocar
los necanismos básicos del funcionamiento de la naturaleza. No tenemos
por qué crecer menos, pero quizá sí de otra manera,
no tan a corto plazo, sino más a medio plazo. El desarrollo sostenible
es uno de los mayores desafíos de la humanidad.
En los próximos años el aumento de la población
y las diferencias entre ricos y pobres continuará profundizándose;
unos viven cada vez más y mejor y otros cada vez menos y peor. Pero
si tenemos un mundo muy desigual en términos de riqueza, nunca tendremos
un buen desarrollo medioambiental. En plena globalización, estos
problemas acabarán afectándonos a todos. Cuando se lucha
desesperadamente para sobrevivir las preocupaciones sobre el medio ambiente
parecen estériles y fuera de lugar. Para los países desarrollados
las selvas se están convirtiendo en sumideros de CO2 pero para los
habitantes de estas regiones son su casa y su hábitat, y necesitan
trabajar y vivir allí. Temen que se les desplace o se les ataque
su medio de supervivencia ancestral sin considerar su especificidad y sus
derechos. No es conveniente pasar drásticamente de una situación
a la contraria, pues, a veces, los términos medios son más
justos. Se promete al Tercer Mundo el modelo de desarrollo occidental si
aceptan las normas del mercado, pero hay una realidad elemental: los 6.000
millones de habitantes del planeta no podrían vivir como un ciudadano
europeo o americano. Occidente puede mantener el ritmo acelerado de consumo
y contaminación, el alto nivel de vida, debido a que la mayoría
de la población del planeta no puede hacerlo. Esta desigualdad mantiene
el precario equilibrio.
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