Versió catalana ¿Cómo rezas? ¿Por qué rezas? ¿A quién rezas? 
Dios, ¿es un ser personal? 

 
Después de mi “viaje a América” (86-87) escribía: 
    Vuestros ejemplos no me han animado demasiado a seguir con la “práctica” de la oración diaria. Tampoco soy hombrede misa diaria ni de breviario; me quedo, pues, como hombre de “lectura diaria”.

    ¿Significa esto renunciar a la praxis de “un Diosque es como una persona”? ¿O a la de “Cristo actualmente viviente”?¿Es el final de una “etapa religiosa”?

Dos o tres años más tarde le escribía así a uno a quien le rondaban ideas de irse a una cartuja: 
    Me gustaría como seguir las últimas conversaciones nuestras. Es verdad que la posibilidad de la cartuja me cogió descolocado, pero al mismo tiempo acertaba de lleno en mis propias preguntas de esta temporada. Pues, ¿qué sentido tiene para un cristiano una“cartuja” si no cree en un “Dios celoso”?

    Todavía no hace mucho entendía y comprendía una vida de “cartuja”, de císter, de clausura contemplativa. Incluso hubiera dicho que era el “banco de pruebas” de nuestra vida religiosa y cristiana: que si la “cartuja” no tenía sentido, tampoco tenía sentido nuestra vida de cristianos. Que en la “cartuja” se creía con obras lo que nosotros muchas veces decimos que creemos y lo que afirmamos como las cosas más fundamentales para nosotros.

    Me refiero a todas nuestras afirmaciones sobre los aspectosmás personales de Dios: que Dios tiene o quiere tener una relaciónpersonal contigo, que te ama, te conoce, te llama, te habla, te exige,te interpela... Y al cual nosotros podemos amar, conocer, responder, contestar...

    Me refiero a nuestras afirmaciones sobre Dios como auténtico “Señor de la historia” que resucitó a Jesucristo, posibilitando así que no vivamos sólo del “recuerdo de Jesús” (como los pobres infelices que viven del recuerdo del Che), sino de una“amistad” real y presente con él.
    Todo este Dios esta última temporada se me está oscureciendo: por eso te decía que la simple mención de lacartuja me cogió desprevenido.

    Pienso que, si en lo que llamamos “oración”, no   llegamos a tener la experiencia de un coloquio (“que se hace propiamente hablando así como un amigo habla a otro”), de un diálogo, nos quedamos sin la experiencia de un “Dios personal” y, por tanto, sin posibilidades de afirmarlo como tal.

Ved este texto un poco más ampliado Creo que K. Rahner tiene toda la razón del mundo dentro de su perspectiva cuando hace esta triple afirmación (que para mí resume toda la espiritualidad que hemos recibido desde pequeños):
  1. que Dios puede y quiere tratar de modo directo con su criatura, 
  2. que el ser humano puede experimentar cómo tal cosa sucede, 
  3. y que puede captar el soberano designio de la libertad de Dios sobre su vida. 
(Cf. “Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy”)
    Coincide plenamente con aquel interés de san Ignacio en los Ejercicios de que el predicador se calle y “dexe inmediate obrar el Criador con la criatura y la criatura con su Criador y Señor” para que “el mismo Criador y Señor se comunique a la su ánima devota”.

    ¿Qué es este comunicar del Creador con la su ánima devota? ¿Qué es este inmediate obrar del Criador con la criatura? ¿Qué es este tratar de modo directo, este poder captar el soberano designio de la libertad de Dios?

    Me parece que ni san Ignacio ni Rahner se contentaríancon nuestras frases de que encontramos a Dios en el pobre, en los explotados, en las ansías de liberación del pueblo oprimido, en los signos de los tiempos, en cada episodio pequeño y a veces efímero de la “lucha final”. Creo que ellos, con sus inmediate y modo directo, quieren llegar a afirmar que a Dios también se le puede  encontrar en una “cartuja”, o en la tranquilidad nocturna de un barrio dispuesto a levantarse pronto para ir al trabajo.

    Si no recuerdo mal, en el mismo folleto, Rahner se ríe  (y otra vez tiene toda la razón del mundo) de que a los padres congregados  de la XXXII (la de la etiqueta de “la  promoción de la justicia”)  se les obligara a efectuar algunos “métodos orientales de oración”.Para mí este hecho constituyó como el certificado de defunción  -expedido por el forense- de la “oraci&oacuute;n”.
    ¿Qué es en el fondo esta pretensión de “hablar con Dios”?

    A veces pienso si no me he quedado anclado infantilmente  (¿debido quizá al impacto de la lectura de Thèrèsede Lisieux?) en este aspecto de la oración, si no habré  creído ingenuamente en este “obrar inmediate entre Criador y criatura”, si no exigiré de la oración lo que ya debería saber que no podía exigir... ¿Es posible “hablar con Dios”?

    Y, sin embargo, cada día me aferro más a la “oración” pretendiendo y exigiendo que sea un coloquio. ¿Porqué esa fidelidad a la “oración”?

    Quizá en esta “fidelidad” he puesto mi “especificidad” de ser religioso…, quizá esta “fidelidad” es un reflejo de una actitud de espera paciente, parecida a aquella de “los centinelas que aguardan  la aurora” (Ps 130,6)…, quizá esta “fidelidad” es la brecha por la que se cuela el “misterio” en mi vida con pretensiones de secular…,  quizá esta “fidelidad” era la afirmación necesaria de que  Dios era una “persona”, de que el ”ven y sígueme” era de nuevo pronunciado  por Jesús sobre mi... Necesitaba un “Dios personal” con su llamada personal para darme una explicación válida a mi manera concreta de vivir...

A veces los Ejercicios de Lamiarrita son también motivo de comentarios epistolares: 
    Ya no creo que la oración sea una “línea telefónica”, ni que al otro lado del hilo haya una persona dando órdenes o amando y dejándose amar. Si no recuerdo mal, ya hace años  me escribías diciendo que nos era necesario pensar una espiritualidad para la gente que ya no hacía “oración”.

    No hago más que tomarme "en serio" el final del evangelio de Marcos: según los buenos teólogos, despuésde aquel último grito en la cruz. todo discurso sobre Dios -incluso el de Jesús- ya no puede ser repetido. Y coger también “en serio” aquello tan escolástico del “de Deo nihil scimus”.¿Cómo sabemos que es “padre”? ¿Cómo sabemos que se quiere comunicar? ¿Cómo sabemos que nos interpela? Acepto que digan que Dios es “padre”, pero también somos cristianos  cuando negamos que Dios sea un “padre”. ¿Quién es este “padre” que mantiene a más de la mitad de sus hijos muertos de hambre?

En marzo del 92, poco después de la muerte del P.Llanos (veo que  en la carta hay una referencia a él), escribía: 
    Pronto tendré diez días seguidos de fiesta.Pienso que debería coger la mochila e irme a recorrer alguna comarca de los pueblos de España, pero la verdad es que me da mucha pereza. Antes, estos paseos en solitario, me servían casi de Ejercicios, de días de “espiritualidad”: alguna lectura, escribir una carta,  reflexionar…, largos ratos esperando que un coche parara… Todo esto, ¿puede ser oración?

    Ahora, me resulta difícil “hablar de tú a tú” con Dios, o pensar que él tiene propuestas concretas y personales para mí. Y, por otro lado, en la vida ordinaria, día a día, me pienso que no he dejado "de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental y otras spirituales operaciones", en donde he ido eligiendo mi manera de "servir". Servir en la medida de mis fuerzas, no físicas o psíquicas (que por ahora son bastante buenas), sino en la medida de mis esperanzas (y éstas ya no son tan grandes).

    Quizás más que una cuestión de esperanzas, sea un problema de identificación: identificación con la Iglesia más oficial y también con aquella que está a nivel parroquial de barrio; identificación con la Compañía, quizás incluso con lo que hoy es una parte amplia de la Misión Obrera. Creo que ya hace tiempo participo de estados anímicos parecidos al descubierto no hace mucho por todo un Leonardo Boff: "El teólogo en la Iglesia ha de ser un maquis".  Creo que no es deshonesto ser un maquis en la Iglesia.

El famoso folleto ya citado de Karl Rahner al que nunca nos hemos atrevido en grupo “a hincar el diente” y que en una historia de la espiritualidad ocuparía un sitio muy cercano a escritos ya condenados por la Iglesia (recordemos que algunos escritos de San Francisco de Borja también tienen esta “garantía”), me suscitó sus perplejidades (en aquellos tiempos todavía “hacía oración”): 
    Estoy totalmente de acuerdo con Rahner de que “en el  fondo se trata de algo tremendo”: el afirmar que “experimenté a  Dios, al innombrable, al silencioso y, sin embargo, cercano, en la tridimensionalidad  de su donación a mí […], más allá de toda imaginación plástica”. Esa experiencia de inmediatez, ¿no es algo que va contra muchas cosas, no sólo de razonabilidad humana, sino también contra una de las corrientes de lo más hermoso de la biblia?
Para los años de la jubilación dejo un estudio comparativo en este tema entre Rahnery el amigo Juan Luis Segundo, en su comentario a los ejercicios en El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret. Para ello se debería leer el capítulo V (Desmitologización y espíritus) de la tercera parte (El Cristo de los Ejercicios espirituales). Por si alguno llega antes a la jubilación, son las páginas 719-735.
La lectura de comedor (una antigua costumbre recuperada en mi comunidad) de Confessiones del gran san Agustín, en la edición bilingüe de la B.A.C., me permite ahora contestar afirmativamente  cuando me preguntan si hago oración: 
      Esta es la frase: “Intravi in intima mea, duce teEntré en mi intimidad, conducido por tí”.Crec que esto (intravi in intima mea) lo hago, y el duce te lo puedo suponer piadosamente.
 Más tarde, entre cucharada y cucharada de sopa, encontraba otro trozo que venía bien para definir o explicar lo que se puede entender por “oración”: “Tu autem, Domine, inter verba eius (las de un tal Ponticiano, africano asentado en Roma, alto funcionario, cristiano practicante, hombre de frecuentes y largas oraciones),  retorquebas me ad me ipsum, auferens me a dorso meo, ubi me posueramPero tú, Señor, mientras él hablaba, me trastocabas a mí mismo, quitándome de mi espalda, adonde yo me había puesto para no verme, dum nollem me attendere, et constituebas me ante faciem meam...para no verme, y poniéndome delante de mi rostro...,  ut viderem quam turpis essem, quam distortus et sordidus, maculosus et  ulcerosus...para que viese cuán feo era, cuán deforme y  sucio, manchado y ulceroso.”(Llibre VIII, cap. VII, nº 7).  Y yo no podía dejar de  añadir: 
    Aquí haríamos bien de decir aquello tan castizo de: “Eso lo serás tú”. Y si la oración sirve para obtener una visión tal de nuestras humildes personas, ya hacemos bien de no hacer tanta.
Cuando un religioso o religio- sa se pone a rezar para pe- dir "por las vocaciones"... 
  • se piensa que Dios tiene poco interés por su propio Reino y que es necesario animarlo un poco?
  • se imagina a Dios como el "Director General" del INEM en una época en que las constructoras se disputan los pocos albañiles que quedan? 
  • hace una sesion de terapia (individual o colectiva) para aceptar sin traumas que "los signos de los tiempos" ya han cambiado?
  • reflexiona sobre los condi- cionamientos socio-cultura- les (y los político-económi- cos) de su propia vocación?
  • teme que E.DrewermannClérigos. Psicograma de un ideal (1989) tenga razón cuando dice que la iglesia católica sólo podrá asegurarse nuevas vocacio- nes si consigue crear "per- sonas radical y existencial- mente inseguras"?
  • Entre las muchas maneras de entender lo que es "hacer oración", quizás hoy por hoy podría repetir lo que escribía en 1980: 
      Como buen peregrino he emprendido este viaje con preguntas e interrogantes. Llevo como libro de viaje una continuación del "Récit d’un pèlerin russe" Relat d'un pelegrí rus. ¿Qué es nuestra oración?

      ¿Un “reflectir” sobre nosotros mismos para llegar a una auto-posesión? ¿Una simple contemplación de imágenes pasadas de la vida de Jesús? ¿Un discernimiento sobre la estrategia a seguir? ¿Un “hablar de amor con quien sabemos que nos ama”?

      ¿Es verdad que Dios nos interpela? ¿Es verdad que él nos llama? Todo esto, en el fondo, es preguntarnos por el significado de la frase "Jesús ha resucitado" ¿Crees  tú eso de la “experiencia inmediata”? ¿La tienes? ¿la has tenido alguna vez? ¿O hablas por hablar?
      Esta sí que es una buena pregunta para un peregrino.
      He encontrado en este libro del peregrino ruso esta definición de la oración: “prier veut dire diriger sans relâche sa pensée et son attention sur la mémoire de DieuOrar quiere decir levantar sin descanso tu pensamiento y tu atención sobre la memoria de Dios..., marcher en sa présence, éveiller en soi son amour pensant  à lui...caminar en su presencia, despertar en ti mismo su amor pensando en él...,  et associer le nom de Dieu à sa respiration et aux battements de  son coeur...y asociar el nombre de Dios a tu respiración y a los latidos de tu corazón.”.
      Si la oración no es más que eso, me quedo con la definición de mi amigo Belo (Lectura política del Evangelio) el cual viene a decir que la oración, la que Jesús hacía, era “un momento no-público de una práctica pública”, el  momento de repensar nuevas estrategias según los acontecimientos,  el momento de “en todo buscando la voluntad de Dios”.

     Un autor más moderno, Ferran ManresaLa oración… '…con el sentimiento de una Presencia…' (1996),  dice que “orar es ir aprendiendo a llegar hasta el corazón del  mundo…” (hasta aquí, ninguna dificultad) “…para reconocer en él la presencia del Señor…” (¿dónde?, ¿en la Barcelona maragaliana?, ¿la ha encontrado él  en el altiplano boliviano?, ¿o quizás yo no la supe ver en  el sahel africano?, ¿o quizás esta “presencia” se concentró toda ella en Auschwitz?, ¿y se concentró años más tarde en la plaza china de Tiamamen?) “…y dejarse llevar por su apasionado amor por quienes viven en él” (¡qué bien!, ¡morirse de hambre apasionadamente amado!!). 

    También habla de “cuando nos sentimos llamados por el Señor”,  y yo me pregunto si… 

      …el “etsi deus non dareturcomo si dios no existiera, aunque dios no existiera del pastor protestante Dietrich Bonhoeffer, no querrá decir que hemos de vivir honestamente  nuestra condición de jesuta y de sacerdote, sabiendo que no  hay ninguna llamada especial ni personal de Dios a nosotros?

     
     
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