La Crisis de Ansiedad 2. Definiciones |
verdef.pcx 5 abril 97 - 10:22am Autor: Pedro De Carlo |
2.1 ¿Qué diferencia existe entre el miedo, la angustia y la ansiedad? |
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2.1. ¿QUE DIFERENCIA EXISTE ENTRE EL MIEDO, LA ANGUSTIA Y LA ANSIEDAD?
Básicamente la sensación de angustia es muy similar al estado que domina al individuo con miedo. En ambos casos, además de la sensación subjetiva y psicológica de temor y amenaza, existen una serie de síntomas corporales y respuestas del organismo que son muy similares a las que presentan los animales cuando tienen que huir o enfrentar un peligro exterior. Ante una amenaza externa el organismo se pone alerta, preparándose para la acción. Necesita más energía en cerebro, brazos y piernas, lo que se consigue a través del oxígeno que llega a través de la sangre. Entonces el corazón late más deprisa y se eleva la tensión arterial, además de respirar más profundamente para captar más oxígeno. Los músculos se tensan igualmente como forma de preparación, mientras que el sudor permitirá eliminar el exceso de calor muscular. Además, existen otra serie de ajustes internos como ciertas modificaciones en los componentes de la sangre, para que en caso de recibir heridas éstas coagulen rápidamente. También la digestión se enlentece para reservar más sangre para cerebro y músculos, así como la pupila se dilata como manera de aumentar la discriminación visual.
Vemos entonces que existen toda una serie de modificaciones corporales, que si son tomadas por sí solas pueden ser sugerentes de enfermedad, pero que no son más que respuestas adaptativas normales y saludables ante una amenaza exterior.
Sin embargo, entre el miedo y la angustia existen una serie de matices que nos permiten diferenciarlos claramente. Mientras que el miedo podemos considerarlo como una reacción normal frente a peligros o amenazas que vienen del exterior y son claramente reconocidos por el individuo, la angustia aparece como un sentimiento aparentemente inmotivado y en la mayoría de las ocasiones independiente de las circunstancias objetivas externas. El miedo se acompaña siempre de algo concreto a lo que se teme, mientras que en la angustia no se puede reconocer ese objeto, es un miedo indefinido o en todo caso los temores están asociados con situaciones frente a las que el individuo admite que está respondiendo desproporcionadamente.
Existen también períodos en el desarrollo evolutivo del individuo, en el que éste no está libre de sentimientos angustiosos como respuesta a circunstancias vitales adversas, tales como pérdidas o separaciones de seres queridos. Este tipo de angustia es considerada como normal y puede ser reflejo de la puesta en marcha de mecanismos de adaptación.
La ansiedad es difícil diferenciarla conceptualmente de la angustia, utilizándose ambas palabras de forma indistinta en muchas ocasiones. Las dos comparten una misma raíz etimológica (ANKH) que se mantiene a lo largo de las diferentes palabras, más o menos sinónimas, del tronco común de lenguas indoeuropeas. La palabra originaria quería decir angosto, estrecho o constreñido, con equivalentes muy precisos incluso en lenguas más remotas. Por ejemplo, en egipcio antiguo, para hacer alusión al miedo intenso se utilizaban dos símbolos, uno indicativo de estrechez y otro representando a un hombre tumbado como si estuviera muriéndose.
Para nosotros y en general, la angustia hace referencia a una sensación más corporal, opresiva, sobrecogedora, que llega a "encoger" el pecho o el estómago, el temor a morir o enloquecer lentifica el paso del tiempo así como inhibe a la persona. La ansiedad sería una sensación más mental de sobresalto y desasosiego mantenido, el tiempo aparece como acelerado mientras se teme que cualquier cosa negativa puede ocurrir y la persona se siente continuamente en tensión y con "necesidad de aire".
Cierto grado de ansiedad es deseable y necesario para el normal manejo de las exigencias de la vida cotidiana, jugando un papel muy necesario en la respuesta general de adaptación ante el estrés. Este nivel de ansiedad permite mejorar el rendimiento personal y la actividad, pero cuando rebasa un cierto límite aparece una evidente sensación de malestar y se deteriora el rendimiento.
La relación entre la ansiedad y el rendimiento se puede representar como una curva con forma de U invertida y se conoce como Ley de Yerkes-Dobson. Esta ley fue enunciada en 1908 y, aunque hoy no se acepta de forma tan simplificada, sigue teniendo una validez importante para entender el fenómeno de la ansiedad y sus consecuencias.
Con la anterior curva se explica como el aumento de la ansiedad ante determinado problema, aumenta también la eficacia y rendimiento de la respuesta en un principio. Por ejemplo, ante un examen o una entrevista se presta mayor atención al estudio o los contenidos que pueden tener mayor importancia, se está "motivado" (ansiedad normal) mejorando el rendimiento. Al aumentar esa ansiedad normal o motivación se llega a un nivel óptimo en la relación ansiedad-eficacia, pero a partir de aquí cualquier aumento, por mínimo que sea, genera una disminución muy rápida del rendimiento. De esta forma se puede llegar a una eficacia nula, como cuando la persona se queda con la mente en blanco o se bloquea en la acción. Si este estado se mantiene aun en ausencia de demandas exteriores es cuando hablamos de ansiedad patológica, que puede configurar un trastorno psiquiátrico con características propias o asociarse a otro gran número de trastornos.
2.2. ¿QUE ES UNA CRISIS DE ANGUSTIA?
También llamada crisis de ansiedad o ataque de pánico. Este estado se corresponde con la aparición más o menos repentina, muchas veces sin motivo aparente, de una sensación de miedo intenso acompañado de un importante malestar corporal y una serie de síntomas que pueden variar entre diferentes personas. Estos síntomas pueden ser muy similares a los que se experimentan tras un susto o amenaza externa. Es como si esta respuesta corporal se hubiera hecho muy sensible, saltando la señal de alarma de forma automática en situaciones normales y no peligrosas.
La Asociación Psiquiátrica Americana en su última clasificación sugiere que para su diagnóstico deben recogerse cuatro o más de entre un listado de síntomas (si se presentan menos de cuatro síntomas se denominan "crisis sintomáticas limitadas").
Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM - IV)
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud, en su Décima Clasificación Internacional de las enfermedades, describe la crisis de pánico o "ansiedad episódica paroxística" como:
Un episodio puntual de temor o de malestar.
Se inicia bruscamente.
Alcanza su máxima intensidad en pocos segundos y dura algunos minutos.
Deben hallarse presentes por lo menos cuatro de los síntomas listados a continuación, uno de los cuales debe ser de los grupos "A" a "D":
Síntomas autonómicos
a) Palpitaciones o golpeo del corazón o ritmo cardíaco acelerado.
b) Escalofríos.
c) Temblores o sacudidas.
d) Sequedad de boca (no debida a medicación o deshidratación).
Síntomas relacionados con el pecho o abdomen
e) Dificultad para respirar.
f) Sensación de ahogo.
g) Dolor o malestar en el pecho.
h) Náusea o malestar abdominal (p.e. estómago revuelto).
Síntomas relacionados con el estado mental
i) Sensación de mareo, inestabilidad o desvanecimiento.
j) Sensación de irrealidad (desrealización), o de sentirse fuera de la situación (despersonalización)
k) Sensación de ir a perder el control, de volverse loco o de ir a perder el conocimiento.
l) Miedo a morir.
Síntomas generales
m) Oleadas de calor o escalofríos.
n) Adormecimiento o sensación de hormigueo.
Clasificación Internacional de Enfermedades. 10ª Revisión.
A pesar de que para hacer un diagnóstico de crisis de ansiedad suele ser suficiente un relativamente pequeño número de síntomas de las reducidas listas anteriores, en la práctica la variabilidad y diversidad de estos síntomas es mucho mayor, pudiendo afectar y alterar un gran número de sistemas corporales, lo que llega a confundir aún más a la persona que lo sufre. Como ejemplo, en los GRAFICOS 1 a 6 se recogen los síntomas, junto a su intensidad relativa, descritos por un grupo de 35 personas (20 mujeres y 15 hombres) que respondieron a un cuestionario específico. Algunos de los pensamientos (cogniciones) y sensaciones que pueden aparecer con mayor frecuencia se recogen en el GRAFICO 7, correspondiéndose con las respuestas dadas por el mismo grupo de personas anterior.
Resumiendo, la crisis suele comenzar de forma brusca, alcanzando su máxima intensidad a los diez minutos o menos. No necesariamente debe existir una situación amenazante o un desencadenante claro, pudiendo encontrarse la persona más o menos tranquila en los momentos previos o incluso dormida. Además de aparecer algunos de los síntomas corporales de los listados anteriores y que varían de persona a persona, este estado va acompañado de una intensa sensación de peligro, muerte inminente y la imperiosa necesidad de pedir ayuda o escapar.
En general las personas que sufren una
crisis de angustia la describen como un miedo intenso,
con sensación de estar a punto de morir o sufrir un
infarto o "derrame" cerebral, o bien perder el
control o "volverse loco". Esta sensación,
acompañada de los síntomas corporales que a veces son
de gran intensidad, hacen que la persona tienda a escapar
como sea de la situación o lugar donde se encuentra y a
veces buscar ayuda médica de urgencia. Como la crisis llega a su pico máximo aproximadamente a los diez minutos, en caso de acudir a urgencias, cuando llegan al servicio los síntomas se han calmado mucho o han desaparecido, no encontrándose anomalías cuando son explorados. De cualquier forma, no es infrecuente que a pesar de haberse reducido la intensidad de los síntomas la persona quede en un estado de abatimiento, cansancio o desgana que puede durar incluso durante horas hasta que se recupera, tal y como se ha pretendido reflejar en la ilustración. |
"Me encontraba en un supermercado un 24 de Diciembre, estaba con mi novia comprando unos detalles para los regalos de Navidad. Al terminar de escoger las cosas, me dispuse a esperar en la fila para pagar, de pronto empecé a sentir mucho calor acompañado de mareos, me sentí tan mal que le di todo a mi novia y le dije que iba a salir a tomar un poco de aire. Me sentí al punto de desmayarme, pero al salir fuera me sentí bien, sin molestias. Pasé varios días pensando en lo que me había pasado, y empecé a desarrollar ataques de pánico en todas las ocasiones que me encontraba en un lugar cerrado. Para mi eran muy difíciles las clases si me daba un ataque, aunque fueron contadas las veces que me salí del salón. Todavía no se me olvida, que por mucho tiempo, cada mañana me levantaba y lo primero que me decía es que estaba listo para luchar todo el día contra mis ataques de pánico y mi fuerte depresión. Me repetía constantemente "Algún día saldré de esto, si tropiezo, me volveré a levantar sin importar cuantas veces me caiga, yo me levantaré de nuevo", así estuve como año y medio con altas y bajas, pero aunque me costara muchos temores no dejé de hacer todos mis deberes y acudía a la escuela por las mañanas, trabajaba a veces por las tardes, y por las noches iba a visitar a mi novia. Sin embargo, casi no salíamos a ninguna parte, ya que tenía miedo de sufrir un ataque de pánico y que me fuera a desmayar. Con el paso del tiempo y tratamiento, poco a poco fui mejorando, desde hace unos meses me he sentido muy estable anímicamente, sigo teniendo algún ataque de pánico, mas sin embargo ya no les hago tanto caso y por lo tanto cada vez son más esporádicos." Carlos, 26 años. |
2.2.1. ¿QUE ES UNA CRISIS DURANTE EL SUEÑO?
En algunas personas pudiera ocurrir que durante la noche, mientras duermen, se despierten bruscamente con síntomas corporales similares a los que aparecen durante una crisis de pánico, todo ello acompañado de una gran angustia ante el temor a que algo grave les esté pasando.
Hasta el momento, este tipo de cuadros no están bien estudiados, no conociéndose con precisión su frecuencia de aparición entre la población. Las crisis nocturnas no se dan en la totalidad de personas con un trastorno de pánico, oscilando su aparición entre un 4 % a 69 % según diferentes estudios en personas con crisis diurnas y un 2 % de casos con crisis exclusivamente nocturnas.
No todas las interrupciones súbitas y angustiosas del sueño son debidas a una crisis de pánico, pudiendo resultar de interés diferenciar estas de otras patologías como la apnea del sueño (parada u obstrucción respiratoria breve), los terrores nocturnos, las pesadillas, la parálisis del sueño o la epilepsia nocturna. Cuadros todos ellos más o menos fáciles de descartar con una exploración detallada, sobre todo si coexisten crisis diurnas.
Las crisis de pánico nocturnas suelen ocurrir en la primera mitad de la noche, y no suelen asociarse con la fase "del soñar". Algunas investigaciones han descrito que las personas con crisis nocturnas refieren mas crisis durante el día y tienen mas síntomas corporales que las personas con crisis exclusivamente durante el día, aunque la intensidad de los síntomas nocturnos puede ser menor que el nivel alcanzado durante el día. La aparición de crisis nocturnas puede condicionar también conductas de evitación, que en este caso serían temores a ir a la cama o a quedarse dormido.
2.3. ¿QUE ES LA HIPERVENTILACION?
La hiperventilación o ventilación pulmonar excesiva suele aparecer cuando la persona nota determinadas dificultades respiratorias, como puede ser la sensación de no poder aspirar suficiente aire por opresión en el pecho. Esto hace que la persona sienta "hambre de aire", lo que a su vez le motiva a respirar más rápido y profundo, incluso saliendo a la ventana con el ansia de buscar aire fresco.
No tratándose realmente de una necesidad de oxígeno, se introduce una cantidad de aire superior a las necesidades del organismo. Lo que se consigue es eliminar un exceso de anhídrido carbónico (CO2) que provoca una "alcalosis respiratoria" (aumenta el pH de la sangre). De forma fisiológica (normal), este cambio en la composición de la sangre hace que se libere menos oxígeno en los tejidos, entonces el corazón de forma refleja aumenta la potencia y frecuencia de sus latidos. También el lugar desde donde se controla la respiración se ve afectado, al haber menos CO2 se reduce la frecuencia respiratoria y para compensarlo la persona la fuerza voluntariamente, aumentando la sensación de disnea o ahogo. A partir de aquí los síntomas de angustia empeoran, ya que se desencadenan una serie de fenómenos fisiológicos que suelen empezar con entumecimiento u hormigueo en los dedos de ambas manos aunque ocasionalmente también puede afectarse sólo una de ellas. Si la alcalosis persiste esta sensación se va extendiendo también a los dedos de los pies, el resto de los pies, la cara y especialmente la zona alrededor de la boca. menos frecuentemente se pueden producir contracciones musculares e incluso tetania (contracción muscular mantenida), sobre todo en muñecas y tobillos. Junto a lo anterior suele coexistir cierta sensación de atontamiento, así como de presión y agrandamiento de la cabeza. Ni que decir tiene que la aparición de estos síntomas secundarios a la hiperventilación no hacen más que agravar la sensación de pánico de la persona.
Una persona con una crisis de pánico puede correr el riesgo de hiperventilar, con el consiguiente empeoramiento del cuadro, pero también se sabe que personas predispuestas pueden desencadenar la propia crisis si fuerzan su respiración de forma voluntaria.
Lea en el punto 9.2 (¿Qué puedo hacer en el caso de repetirse una crisis de angustia?) una estrategia para evitar el riesgo de hiperventilación.
Mis primeras crisis comenzaron sintiendo que el aire no me llegaba a los pulmones y por lo tanto me moriría. Todos mis miedos giran alrededor de la falta de aire. Cuando comienzo a sentirme ansiosa, lo primero que me sucede es que respiro en forma mucho mas rápida y eso me produce mucho mareo, me parece que no puedo hablar y tengo una sensación de hormigueo en las manos. Angela, 27 años. Tengo dificultades para respirar, casi constantes, y la verdad que es algo que me desorienta mucho. Es como que el aire entra a los pulmones pero no puede ser asimilado, por lo que me agito y tengo que controlar todo el tiempo mi respiración. Me ahogo, aún estando sola, y cuando tengo que hablar, leer o cantar, me falta el aire y me corto en el medio. Pareciera que el acto involuntario de respirar se ha convertido en algo voluntario y al mismo tiempo, cuando quiero hablar con alguien y estoy así, se me corta la voz, me agito y me pongo muy nerviosa por lo que me está pasando. En fin, me genera mucha angustia, me inhabilita y me da miedo que me pase en momentos importantes. María, 33 años. |
2.4. ¿QUE ES EL TRASTORNO DE ANGUSTIA?
También denominado trastorno de pánico o ansiedad paroxística episódica en la clasificación de la Organización Mundial de la Salud. Este trastorno hace referencia a la sucesión de un cierto número de crisis de angustia inesperadas. Además y durante un período de tiempo (por ejemplo, 1 mes), la persona vive atemorizada por la posibilidad de padecer una nueva crisis y sus posibles consecuencias. Todo ello le puede llevar a modificar sus comportamientos habituales, buscando que las crisis no se repitan.
Dependiendo de la clasificación diagnóstica que se utilice este diagnóstico será más o menos frecuente. Por ejemplo, la clasificación americana incluye aquí todos aquellos casos en que se repitan las crisis de pánico, independientemente de que presenten o no agorafobia, mientras que para la OMS sólo recibirán este diagnóstico primario aquellas personas que no la presenten.
Soy abogado, con una buena situación económica, tres hijos, un matrimonio estable y me atrevería a decir feliz. La vida me ha ido dando muchas cosas buenas pero desde hace aproximadamente 9 años empece a sentirme mal, con mucho miedo, inicialmente el miedo estaba referido a que en cualquier momento podía perder todo, no existiendo razones aparentes para ello. Mi familia era la más perjudicada con esto, ya que tampoco comprendían qué es lo que me pasaba. Luego, con el tiempo creo que se acostumbraron y me hacían poco caso. Ahí, mi enfermedad tomó otro rumbo, cada cierto tiempo corríamos de urgencia a la clínica más cercana porque presentaba todos los síntomas de un infarto cardiaco. Por supuesto en la clínica me trataban inicialmente por esa emergencia, pero al cabo de unas dos o tres horas, mientras mi familia estaba desesperada porque podía pasarme algo grave, me decían los médicos que me fuera a casa y descansara porque no tenía nada. Les discutía a los médicos que estaba muy mal, pero lisa y llanamente me echaban, y ahí quedaba en la puerta de la clínica, indignado porque no comprendían que estaba muy grave. Evidentemente, quienes más sufrían eran mi mujer y mis hijos, ya que terminaba descargando mi enojo con ellos. Durante un par de años fui aproximadamente unas 20 veces a diversas clínicas por este tema, y siempre con el mismo resultado : ¡Señor, déjese de tonterías, a usted no le pasa nada, tómese este relajante, duerma un poco y se sentirá bien !. Escuchaba que se hablaba de cualquier enfermedad y automáticamente empezaba a sentir los síntomas, hipocondriaco en su máxima expresión. En una de esas visitas, un medico se negó a hacerme un electrocardiograma para ver si era algo del corazón, ni siquiera quiso tomarme la tensión , se sentó frente a mi y me pidió que realmente le contara, pero de verdad, que me pasaba. Me dejó atónito, ¡si estoy con un ataque cardiaco ! le decía, pero él volvía a la misma pregunta. En definitiva, me recomendó un psicólogo que conocía. Como a través de la conversación que sostuvimos los síntomas fueron desapareciendo y además no tenia nada que perder, visité a este psicólogo con quien estuve en tratamiento durante seis meses. Me hizo muy bien al principio, ya que cuando me daban esos supuestos ataques al corazón podía controlarlos, ya no tenía tanto miedo de andar solo por la calle, incluso en carretera iba más tranquilo, ya no sentía tanto miedo de que me iba a morir en cualquier momento dejando a mis hijos pequeños, he de contarles que de ese periodo tengo todo tipo de seguros, de enfermedad, de vida, de accidentes, etc. Tuve una recaída y volvieron las depresiones causadas por las crisis de duda respecto de todo : si era posible tener un accidente, si me voy a morir porque escuché que hablaban de una enfermedad mortal y yo siento los síntomas. No quería estar solo por ningún motivo, me daba miedo. Recurrí a un psiquiatra, cosa que no quería hacer. No tenía un claro concepto de mi enfermedad, no entendía porque estaba así si sentía que tenía todo para vivir feliz, incluso mi mujer me convenció para que fuéramos una semana al Caribe, a descansar, sin niños, el viaje fue de ensueño, pero no descansé pensando todo el día que debía descansar, esa obsesión me agobiaba mas y por ende no podía relajarme. En fin, he superado gran parte de mi enfermedad, ya puedo ver en televisión programas de salud o enfermedades sin empezar a sentir los síntomas de ella y puedo leer artículos relacionados con mi enfermedad sin que mi organismo se enferme. Lo malo es que si dejo de tomar las medicinas automáticamente me vuelven las crisis, el médico me dice que deberé estar tomando las medicinas durante un par de años y luego debo ir dejándolas poco a poco, tal como cuando empecé. Martín, 45 años. |
2.5. ¿QUE ES LA ANSIEDAD ANTICIPATORIA?
Es un estado secundario tras la presentación de un ataque de pánico y por el que la persona, a pesar de no sufrir un nuevo ataque, vive atemorizada por la posibilidad de que la crisis se repita. Hay personas que pueden desarrollar cierto grado de ansiedad anticipatoria incluso tras una o dos crisis, mientras que otras no llegan a desarrollarla, incluso tras frecuentes crisis.
Alguien la describió muy gráficamente como un estado de "miedo al miedo", que puede ser muy incapacitante y confundirse con un estado de ansiedad generalizada si no se explora la existencia de ataques de pánico previos. El individuo está continuamente pendiente de sus sensaciones corporales, alerta ante posibles señales de aviso que anuncien la inminencia del ataque de pánico. Evidentemente esto genera una importante tensión en las actividades diarias, sometidas a una hipervigilancia continua para evitar verse sorprendido por la crisis.
En la siguiente figura se representa gráficamente el aumento de la ansiedad basal tras la sucesión de una serie de crisis de angustia.
Incremento del nivel de ansiedad en el trastorno de pánico. Adaptado de D.J. Nutt, 1996. |
2.6. ¿QUE ES LA ANSIEDAD GENERALIZADA?
Aunque el trastorno por ansiedad generalizada requeriría por si mismo un manual similar al presente, únicamente daremos una somera descripción que nos permita hacernos una idea general.
La ansiedad generalizada con cierta frecuencia se asocia al trastorno por angustia, presentando algunas similitudes con la ansiedad anticipatoria, por lo que en ocasiones se llega a confundir con ella. La existencia de crisis de pánico con anterioridad apuntará más hacia la ansiedad anticipatoria, aunque ocasionalmente ambos tipos de ansiedad pueden coexistir a la vez o bien añadirse un trastorno por angustia a cierto nivel de ansiedad generalizada ya existente previamente.
La ansiedad generalizada se presenta de forma continua y no con picos o episodios de crisis. La característica principal es un estado mantenido de tensión y nerviosidad con preocupaciones en torno a situaciones o acontecimientos pronosticados como desfavorables. Temores típicos son los relativos a accidentes, enfermedades, dificultades económicas, laborales o familiares, sin guardar una relación directa con la realidad exterior objetiva ni ser reflejo únicamente del miedo a la aparición de una eventual crisis de angustia o sus consecuencias.
La persona está nerviosa, de mal humor, irritable e insatisfecha. La tensión mantenida puede resentir los músculos generando dolores, sobre todo en espalda, cabeza y cuello. Los dolores de cabeza son relativamente frecuentes en forma de presión, bien en la zona de la nuca o en la parte frontal mientras que otras veces es un dolorimiento continuo de carácter pulsante. Aparecen además síntomas corporales como el aumento de la sudoración, sobre todo en las manos, facilidad para ponerse rojo, sequedad de boca o por el contrario mucha salivación, molestias en la garganta, nauseas, eructos, molestias de estómago, necesidad de orinar con frecuencia, ligera diarrea, temblor y agitación interna.
No es infrecuente que por el estado de hipervigilancia continua la persona presente dificultades de sueño, así como sensación de cansancio y fatigabilidad durante el día. Las alteraciones del apetito pueden oscilar desde su aumento a la disminución, lo mismo que puede observarse en relación al impulso sexual. También las capacidades mentales se resienten, apareciendo con frecuencia dificultades para mantener la atención y concentración lo que favorece la distraibilidad, así como pueden existir algunas dificultades de memoria.
2.7. ¿QUE SON LAS FOBIAS?
Por fobias se entienden los temores excesivos e irracionales ante situaciones a las que la mayoría de las personas no asustan o en todo caso sólo generan un malestar o incomodidad mínima. Por ejemplo, permanecer un corto período de tiempo en un recinto muy pequeño (ascensor), aunque no sea agradable o cómodo, se soporta con facilidad por la gran mayoría de personas. Sin embargo puede haber individuos que son incapaces de utilizar un ascensor y que en caso de hacerlo, sufrirán un estado de gran ansiedad que incluso puede llegar al nivel de una crisis de pánico.
Existen infinidad de fobias posibles, en realidad cualquier objeto o situación puede ser motivo de temores fóbicos dependiendo de la persona. Los temores más frecuentes suelen referirse a:
Algunas de las fobias asociadas en el grupo de 35 personas que respondieron al cuestionario de síntomas de pánico, se recogen en el GRAFICO 8.
La mayoría de las fobias son trastornos circunscritos que no necesariamente tienen que ir asociados a un trastorno de angustia. Dos tipos particulares de fobias son la agorafobia y la fobia social, que se describen a continuación.
Es el miedo a lugares o situaciones donde escapar puede ser difícil (o embarazoso), o en el caso de presentar alguno de los síntomas de la crisis de ansiedad o similares (diarreas, mareos...) no se puede obtener ayuda inmediata. Aunque a veces la agorafobia puede aparecer sin crisis de ansiedad anteriores, generalmente es posterior a ellas.
De forma típica, la persona comienza a evitar algunas situaciones o lugares temidos, pero al cabo del tiempo puede que esté muy limitado en cuanto al número y lugares donde se encuentra cómodo. Evita así estar solo dentro o fuera de casa, las concentraciones de gente, lugares con mucho ruido o luces, grandes almacenes o comercios, transportes públicos, puentes o ascensores. En el caso de tener que enfrentar alguna de estas situaciones, no lo hace más que sometido a un intenso temor, tranquilizándose algo si se encuentra en compañía de alguien de su confianza o con algo entre las manos como puede ser un carrito. Esta dependencia enfermiza de otras personas pueden llegar a generar importantes tensiones añadidas en las relaciones familiares.
Círculo vicioso de la agorafobia |
El temor a aquellas situaciones de tipo social o público donde la persona puede sentirse observada. No asociándose de forma tan característica como la agorafobia al trastorno de pánico, debe ser diferenciada de esta, ya que aunque pueden presentarse aspectos similares entre los dos trastornos, resultan básicamente diferentes.
La fobia social se caracteriza por el miedo a ser censurado y el consiguiente bochorno y humillación pública. Son frecuentes la aparición de enrojecimientos de cara, sudor, temblor (por ejemplo al firmar en público o levantar una taza) y bloqueos del habla. Comer en público puede ser una acción insoportable, tendiendo a buscar mesas o lugares apartados. A diferencia de la agorafobia, se evitan las tiendas pequeñas, mientras que los grandes supermercados no generan dificultades hasta que llega la hora de pagar. También de forma diferencial, las personas cercanas que intentan apoyar o ayudar pueden empeorar la situación.
2.10. ¿QUE ES LA DEPRESION?
Existe un relativamente gran número de cuadros que pueden clasificarse bajo el nombre de "depresión". Sin embargo, básicamente podemos decir que es un estado anímico de tristeza mantenida que se acompaña además de otros síntomas corporales variados. La persona deprimida refiere sentimientos de tristeza, pérdida de la capacidad para interesarse o disfrutar de las cosas, disminución de la atención y concentración, pérdida de confianza en si mismo, autorreproches infundados, desesperanza hacia el futuro, pesimismo y visión negativa de la propia vida, además de disminución de su vitalidad y cansancio exagerado, trastornos del sueño, apetito, sexualidad u otras funciones corporales. Estos síntomas pueden variar en intensidad o asociarse a otros dependiendo del tipo de depresión que se trate, de igual forma que pueden ir asociados o no a situaciones o sucesos particulares de la vida de la persona.
A pesar de que a nivel de la calle generalmente llamamos "depresión" a muchos de los estados que afectan psicológicamente a una persona, es muy importante precisar que un trastorno por angustia NO es una depresión, a pesar de que tras la aparición de una crisis la persona pueda sentirse triste o miserable durante unas horas o días. Sin embargo, no es infrecuente que tanto las crisis de ansiedad como la depresión puedan coexistir en la misma persona. Bien porque las limitaciones impuestas por las propias crisis llegan a deprimir al sujeto, o bien por la aparición de crisis en personas ya deprimidas con anterioridad. En estos casos puede requerirse de tratamiento complementario pero, lo que es muy importante, debe reconocerse que junto a los temores hacia la aparición de una crisis, el propio estado de ánimo de desesperanza y falta de expectativas de mejoría pueden frenar al individuo en sus esfuerzos hacia la superación del cuadro.
Tras un período de ansiedad muy elevada me sobrevino una depresión, de la cual he podido salir con antidepresivos. La ansiedad te deja sin fuerzas para vencer la depresión y ésta te deja sin ganas para vencer la ansiedad. Estoy de acuerdo en que ansiedad y depresión son dos cosas distintas, pero pienso que la primera puede provocar la segunda. Pedro, 43 años. |
© 1997 - 2000 Dr. Oscar Martínez Azumendi. Permitida su reproducción, siempre que esta no tenga fines económicos y se cite su procedencia. Cualquier comentario o sugerencia será bien recibido, aunque teniendo la página un ánimo méramente informativo no podrán responderse consultas particulares.
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