La Crisis de Ansiedad 6. Tratamientos Farmacológicos |
6.1 ¿PARA QUE SIRVEN LOS MEDICAMENTOS EN EL TRASTORNO DE ANGUSTIA?
Básicamente su función consiste en controlar la aparición de las crisis de angustia o en todo caso disminuir su intensidad o frecuencia. Además, pueden ser de utilidad en la mejora de otros síntomas asociados como pueden ser la ansiedad generalizada, la depresión o el insomnio. De forma secundaria también pueden ayudar en otros aspectos como puede ser la agorafobia. En este caso no porque el medicamento actúe específicamente sobre ella, sino porque, al controlarse las crisis y disminuir la ansiedad, puede aumentar la autoconfianza de la persona y favorecer el enfrentamiento de sus dificultades.
6.2 ¿QUE MEDICAMENTOS SON LOS APROPIADOS?
El grupo de fármacos más utilizados son los tranquilizantes o ansiolíticos junto a los antidepresivos. Estos últimos no sólo porque a veces es necesario tratar un estado depresivo asociado, sino porque en sí mismos tienen un efecto demostrado en el control de las propias crisis. En el caso de existir insomnio, puede que se recete un hipnótico o inductor del sueño durante un período limitado, aunque, si se han recetado tranquilizantes, generalmente suele ser suficiente aumentar únicamente la dosis de la noche, ya que este mismo tiene el efecto de una "pastilla para dormir".
El tratamiento de elección vendrá dado según el criterio de su médico, en base a sus características personales y síntomas predominantes. Puede que de entrada se le recete exclusivamente un tranquilizante o un antidepresivo, o bien que estos dos fármacos se asocien desde un principio. Existen además otras medicaciones que también pueden ser utilizadas en caso de no ser suficientes las anteriores.
6.3 ¿QUE PRECAUCIONES TENGO QUE TOMAR SI INICIO UN TRATAMIENTO FARMACOLOGICO?
La primera y fundamental es no modificar o suprimir la dosis recomendada sin consultar previamente con su médico. Estos medicamentos, en general, son bien conocidos y la experiencia acumulada con su uso es muy amplia. Aunque son fármacos utilizados fundamentalmente por los psiquiatras, su médico de familia está capacitado para su manejo adecuado. Tanto unos como otros podrán aclarar sus dudas y guiarle en su tratamiento. El consejo anterior sirve tanto en el caso de que le hayan recetado tranquilizantes o antidepresivos, debiendo tener en cuenta además que pueden ser necesarias a veces varias semanas para lograr el beneficio máximo del medicamento. No suprima de forma prematura la medicación pensando que no le está haciendo ningún efecto.
Deberá poner cierto cuidado en no consumir alcohol durante el tratamiento, así como extremar las precauciones en caso de conducir o manejar máquinas peligrosas, ya que aunque no lo note sus reflejos pueden estar ligeramente disminuidos. Como con la mayoría de fármacos, estos medicamentos deben evitarse en lo posible durante el embarazo, sobre todo durante los primeros meses de gestación. Aún así, algunos de ellos no están totalmente contraindicados y en ocasiones puntuales los beneficios pueden superar a los posibles riesgos.
6.4 ¿QUE HE DE TENER EN CUENTA SI ME RECETAN PASTILLAS PARA DORMIR?
Las "pastillas para dormir" pueden ser un medicamento apropiado en caso de que el sueño se vea alterado. Sin embargo es importante tener en cuenta los siguientes consejos:
1.- Si ya se están tomando tranquilizantes para el trastorno de angustia puede ser suficiente aumentar la dosis de la noche para conseguir mejorar el sueño, sin necesidad de otra medicación diferente.
2.- Si se añade una medicación para dormir, posiblemente potenciará los efectos de la que ya viene tomando.
3.- Se recomienda que el tratamiento farmacológico del insomnio se realice por períodos cortos, bastando generalmente de 2 a 4 semanas para ello. Es preferible retomar el tratamiento más adelante si fuera necesario que mantenerlo de forma prolongada.
4.- Tenga especial cuidado si se levanta por la noche, ya que podría tropezarse al encontrarse bajo los efectos de la medicación. Este cuidado también debe extremarse al levantarse, ya que en algunas personas todavía persiste cierta somnolencia. En cualquier caso nunca se levante "de golpe" de la cama, sino que debe hacerlo lentamente para permitir adaptarse a su organismo.
5.- No consuma bebidas alcohólicas y ponga especial cuidado al conducir o manejar máquinas peligrosas.
6.- De igual forma que con los tranquilizantes, no deje las pastillas para dormir de repente si las lleva tomando durante un largo período de tiempo. Disminuya progresivamente la dosis de acuerdo con su médico.
7.- Si ve que no consigue dormir no se desespere. Tome la medicación sólo si es necesario.
8.- Lea con detenimiento y aplique los consejos que se dan más adelante en el apartado 9.4 relativo al sueño.
6.5 ¿TIENEN ESTOS MEDICAMENTOS UN ALTO RIESGO DE EFECTOS SECUNDARIOS?
Como con cualquier fármaco, existen una serie de efectos secundarios, interacciones y contraindicaciones que no podemos reflejar en este manual con la suficiente profundidad. Por esto, es muy importante que lea con detenimiento la información que viene incluida en cada envase del fármaco que vaya a tomar y sobre todo que consulte con su médico cualquier duda que pudiera surgirle, así como le comunique cualquier otra medicación que toma en esos momentos. Con un ajuste progresivo de la dosis, estos tratamientos son bien tolerados en general.
Tenga en cuenta que los prospectos que vienen en el envase de los medicamentos no se ponen ahí para asustarle. Tampoco es lógico pensar que todos los efectos secundarios reflejados ocurren con frecuencia o a todo el mundo. Su objetivo es darle una información lo más veraz posible, ayudarle en la cumplimentación de la pauta prescrita, así como alertarle ante posibles efectos secundarios para que pueda contrastarlos con su médico. Aunque algunos de estos efectos indeseables puedan sonarle de forma terrorífica, la abrumadora mayoría de las veces no tienen por que ocurrir o en todo caso se tratan de pequeñas molestias algo incómodas al principio del tratamiento y que no entrañan un grave riesgo para su salud, desapareciendo al disminuir o suspender la dosis.
Muchos de nosotros tememos a las consecuencias adversas de la medicación (hábito, dependencia orgánica y psicológica, acaso disfunciones sexuales, etc.), pero no creo que convivir con varias crisis de pánico diarias sea un panorama mucho mas atractivo. No pretendo convencer a nadie de nada, sólo presento una experiencia personal, que tal vez dé lugar a opiniones cruzadas. No es mi deseo ser esclavo del pánico por el resto de mi vida, y si el precio a pagar son los posibles efectos indeseables de la medicación, personalmente estoy dispuesto a correr el riesgo. Frente a la calidad de vida que nos propone la enfermedad que padecemos, no creo que tengamos otra posibilidad que echar mano de todos los recursos de los que actualmente disponemos para mejorar en todo aquello que nos sea posible (farmacoterapia, psicoterapia, grupos de soporte, técnicas de autoayuda, etc.). Alberto, 40 años. |
Existen dos tipos de dependencia, la física y la psicológica.
La dependencia física es un estado del organismo en el cual se necesita y busca el fármaco, a veces en dosis mayores, no ya para controlar los síntomas por los que se empezó a tomar, sino simplemente porque "el cuerpo lo necesita" para encontrarse bien. Este tipo de dependencia puede aparecer con el consumo mantenido de algunos medicamentos, siendo más frecuente su desarrollo con el uso prolongado de tranquilizantes. La dependencia, con necesidad imperiosa del medicamento y aumento progresivo de la dosis, es más improbable en el caso de los antidepresivos. De cualquier forma, siempre resulta prudente que en el momento de reducir las dosis se haga de forma gradual y escalonada, tanto para evitar fenómenos de abstinencia como para permitir que su organismo se vaya adaptando y evitar la aparición de un síndrome de discontinuación. Este síndrome puede darse en personas que han tomado antidepresivos (algunos más que otros) durante una temporada y los suspenden de forma brusca (abandonos, olvidos...). En horas o días pueden aparecer una serie de síntomas de malestar general e incremento de la ansiedad que pueden ser confundidos con una recaída y no atribuirse a la falta brusca de medicación, con lo que pueden verse reforzados los temores de la persona y entonces no atreverse posteriormente a suspender el tratamiento. En cualquier caso, la reducción deber ser progresiva, controlada por su médico y nunca deber precipitarse ante el temor de desarrollar una dependencia, ya que en ese caso se correría un mayor riesgo de recaída de la enfermedad.
Incluso tras un período muy prolongado tomando una medicación de este tipo, la disminución de la dosis es relativamente fácil si la reducción se hace de forma cuidadosa y gradual. En caso de notarse un ligero aumento de la ansiedad, no se alarme, ya que suele tratarse de un fenómeno normal de duración limitada que no significa que vaya a recaer o aparecer un síndrome de abstinencia. Puede ayudarse a superar esta situación con alguna infusión como la tila o valeriana, de las que tampoco debe abusar.
La dependencia psicológica hace referencia a la necesidad subjetiva de la medicación, no por el riesgo de aparición de un síndrome de abstinencia, sino por el propio temor a no encontrarse bien si no se dispone de la medicación. Por este motivo la persona no se atreve a separarse de sus pastillas, vaya a donde vaya, no siendo infrecuente que la persona guarde pequeñas reservas en bolsillos, bolsos y maletas como forma de asegurarse que nunca le falten.
Básicamente es la necesidad de dosis cada vez más elevadas para conseguir el mismo efecto. De igual manera que la dependencia, la tolerancia es un fenómeno que se da principalmente con los tranquilizantes y no con los antidepresivos. Por este motivo, una vez estabilizado el cuadro se suele reducir en lo posible la cantidad de medicación diaria al mínimo suficiente. Pero por otra parte, tampoco es aconsejable precipitar una rápida disminución de la dosis, ya que entonces puede aumentarse el riesgo de recaídas.
Mantener sin necesidad las mismas dosis que en el período agudo de tratamiento por temor a una recaída, sobre todo si estas son altas, puede hacer que cada vez sean necesarias dosis mayores en caso de empeoramiento, además de aumentar el riesgo de dependencia. En el caso de los antidepresivos, suele ser más frecuente mantener una dosis similar a la del inicio durante todo el tratamiento. De cualquier forma, estudios fiables señalan que no es frecuente desarrollar tolerancia a los efectos antipánico de los tranquilizantes, no siendo necesario normalmente incrementar la dosis de mantenimiento cuando el tratamiento es a largo plazo.
6.8 ¿CUANTO TIEMPO TARDA EN HACER EFECTO EL TRATAMIENTO?
Los tranquilizantes y antidepresivos tienen tiempos diferentes para iniciar su acción.
En general, los antidepresivos necesitan un tiempo mayor para empezar a actuar y alcanzar su efecto máximo. Es lo que se denomina "período de latencia". Este tiempo puede variar entre un tipo y otro de fármacos, oscilando entre unos 10 días a unas semanas. Por este motivo es muy importante que no se impaciente, buscando un efecto total e inmediato con la medicación. Si al principio no se consigue controlar todos sus síntomas de forma satisfactoria, confíe en que con el paso de los días este objetivo puede ser posible. No deje nunca un tratamiento por este motivo sin consultar antes con su médico. Tenga en cuenta además que la medicación puede ser conveniente que se paute en dosis bajas al principio, para que su organismo se vaya acostumbrando y reducir así al mínimo el riesgo de efectos secundarios desagradables. Si ve que su mejoría no se alcanza con la velocidad que desearía y que su médico sigue subiéndole la dosis de medicación, no piense que está más grave de lo que se pensaba, simplemente puede tratarse de que el tratamiento se está incrementando de forma adecuada para evitar efectos secundarios y que todavía se necesita un poco más de tiempo para valorar sus resultados.
Los tranquilizantes suelen tener una mayor rapidez de acción en el control de los síntomas de ansiedad cuando se inicia un tratamiento. Por este motivo, en muchas ocasiones se suelen recetar junto al antidepresivo para ayudar mejor al paciente en las primeras semanas del tratamiento. Posteriormente, una vez controlada la sintomatología mayor, puede ensayarse la retirada progresiva de los tranquilizantes, muy poco a poco y de forma cuidadosa por su mayor riesgo de dependencia.
No olvide que en ocasiones puede estar indicado mantener ambos tratamientos hasta el final, o bien utilizar únicamente sólo uno de ellos desde un principio.
6.9 ¿QUE PASA SI EL TRATAMIENTO NO FUNCIONA?
Si pasado un mínimo de 8 a 12 semanas no se consigue controlar de forma mínimamente satisfactoria la sintomatología, lo primero que hará su médico es interrogarle acerca del cumplimiento puntual del tratamiento, ya que una gran parte de los fracasos son debidos a un mal seguimiento o abandonos de la medicación. Es muy importante que siga rigurosamente la pauta recetada. Si este no es su caso, o bien han aparecido efectos secundarios que aconsejan la suspensión del tratamiento, no se desanime, afortunadamente existen otros muchos medicamentos que pueden ensayarse de forma alternativa. El que un grupo farmacológico no funcione, no quiere decir que los otros existentes no vayan a hacerlo. Recuerde además, que mientras tanto, puede seguir haciendo mucho por Vd. mismo si sigue algunos de los consejos de este manual.
6.10 ¿CUANTO TIEMPO PUEDE DURAR EL TRATAMIENTO?
Dar una respuesta general a esta pregunta resulta difícil, ya que el tiempo necesario varía de persona a persona.
Aunque en algunas ocasiones pueden ser suficientes unos pocos meses de tratamiento tras haberse conseguido el control de los síntomas, un enfoque preventivo aconseja mantenerlo al menos de 8 a 12 meses para evitar recaídas y reforzar la autoconfianza de la persona. En otros casos de más larga evolución y donde las recaídas pueden ser frecuentes, el tratamiento puede mantenerse durante más tiempo.
En cualquier caso no pretenda acelerar la retirada de la medicación porque considere que "ya está mejor". Discuta siempre sus dudas con el médico y recuerde que nunca deberá suspender de golpe y por su cuenta un tratamiento.
6.11 ¿ES SUFICIENTE EL TRATAMIENTO FARMACOLOGICO PARA LA SUPERACION DEL TRASTORNO DE ANGUSTIA?
Aunque para un grupo de personas puede ser relativamente suficiente el tratamiento farmacológico, es evidente que en general este tratamiento se beneficia y complementa con una gran variedad de técnicas y tratamientos de tipo psicológico. Algunas de ellas son técnicas que la persona puede aprender y utilizar tanto en las situaciones de crisis como en otros momentos. Otros tratamientos requerirán la participación de diversos profesionales.
Como parece lógico, la persona afectada desea como primera medida mejorar su sintomatología más aguda e incapacitante, por lo que algunos tratamientos irán dirigidos a este objetivo exclusivamente. Pero además merece la pena considerar si la persona pudiera beneficiarse de un abordaje más amplio que le permitiera enfrentar otras dificultades de personalidad o de tipo psicosocial que pudieran estar actuando sobre ella.
© 1997 - 1999 Dr. Oscar Martínez Azumendi. Permitida su reproducción, siempre que esta no tenga fines económicos y se cite su procedencia. Cualquier comentario o sugerencia será bien recibido, aunque teniendo la página un ánimo méramente informativo no podrán responderse consultas particulares.
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