Katsuhiro Otomo nació en Miyago, prefactura situada a unos 400 kilómetros de Tokio, en 1954
y ya de pequeño mostró un gran interés por todo lo relacionado con el manga y el cine. Sus
estudios los cursó en el instituto Sanuma (curiosamente, cuna de algunos mangakas) y a pesar
de su mencionado interés por el cine, decidió seguir el camino del manga, tanto es así que a
los 20 años ya estaba en Tokio moviéndose por el mundillo editorial.
Debutó en la revista Action con la adaptación de la novela Mateo Falcone,
de Prosper Mérimée. La historia corta fue lo que ocupó los siguientes años de la vida del
joven Otomo. De esos años son las obras Memories, Fireball (de 1979
y aún inacabada) y Highway Star (recopilatorio de historias
cortas también de 1979).
En 1980 cosechó su primer éxito, obtuvo el premio a la mejor obra
de ciencia ficción, el SF Grand Prix, con Domu (Pesadillas); tras publicar
dos recopilatorios más de historias cortas (Sayonara Nippon
y Short Peace) se embarcó en un nuevo y ambicioso proyecto:
Akira, que acabaría por convertirse en su gran éxito. En este periodo
de su vida es de vital importancia la animación, pues debutó en este mundo con la obra
Jiyo wo wareranai, a la que siguió Genma Daisen. Pese a estas
incursiones, era Akira lo que absorbía todo su tiempo y toda su atención, así que cuando
se le presentó la ocasión de hacer la versión animada de la serie no la desaprovechó.
El resultado, claro está, fue el largometraje Akira, la obra que le
dio a conocer en occidente. A partir de aquí su dedicación a la animación es casi total, a Akira
le siguen Roujin Z, el opening y el ending de Robot Carnival,
Manie-Manie, Memories y Perfect Blue
(dirigida por Satoshi Kon). En estos años su labor en el campo del manga
es más bien escasa, lo más destacable es el guión de Legend of
Mother Sarah, un manga cuyo dibujo corre a cargo de Takumi Nagayasu.
No debemos cerrar esta breve biografía sin mencionar su nuevo proyecto: Steam Boy, que todavía no tiene fecha de estreno.