BERROCAL
Introducción
Se sitúa en la zona sureste de la comarca, algo apartado del centro minero; esta circunstancia le otorga un carácter eminentemente rural en el que se mantienen las tradiciones y formas culturales específicas, relativamente ajenas a la cultura minera.
Con una extensión de 112 Km2 y un total de 423 habitantes, se encuentra insertado dentro de una zona de gran atractivo natural y paisajístico ya que se rodea de abundante vegetación mediterránea con grandes zonas de encinas y alcornoques, todo ello salpicado por cursos de agua y profundos barrancos quebrados.
Destaca el recorrido por el río Tinto (cuyas aguas se caracterizan por el color rojizo que les da su paso por la tierras ricas en minerales), así como el trazado del antiguo ferrocarril minero que discurre paralelo a éste.
De gran interés son sus Fiestas
de las Cruces en el mes de mayo, así como la Iglesia Parroquial de San Juan
Bautista, construída en 1.646.
La siguiente información ha sido recogida
de los fascículos de los Pueblos de Huelva.- Berrocal.- Editado por
AGEDIME, S.L..- Editorial Mediterráneo, para HUELVA INFORMACIÓN S.A., con la
colaboración de de la Excma. Diputación de Huelva, Caja Rural de Huelva y
la Empresa Nacional de Celulosas (ENCE) de Huelva.
Los primeros vestigios de los que tenemos constancia datan del Calcolítico y del Bronce Final, hace unos cuatro milenios. Se trata de un pequeño dolmen cubierto con galería, conocida como la Tumba del Moro, y algunos útiles mineros, a modo de martillos de mina, encontrados en el paraje llamado «Las Navas». Estos restos hacen suponer la existencia de comunidades primitivas, presumiblemente dedicadas a tareas de recolección, caza, explotación de colmenas y a la extracción de algunos minerales, indicado por la presencia superficial de carbonatos de cobre sobre pizarra aparecidos junto a los martillos de mineros de este yacimiento.
Del período romano se conocen seis yacimientos arqueológicos, de diferente consideración, todos ellos ligados a una antigua vía romana que comunicaba la Itucci o Tejada la Vieja con las explotaciones mineras de Riotinto (Rothenberg y Fregeiro, 1981).
El origen de Berrocal como pueblo se cree que surge en la Edad Media, a partir del desarrollo de una estación de descanso de caballerías en el «Camino Viejo de Riotinto». Esta vía ponía en conexión la Sierra de Huelva y la importantísima producción minera de la cuenca de Río Tinto con los puertos del valle del Guadalquivir, desde donde se embarcaba. Aún hoy es visible este camino en «La Alcantarilla».
Berrocal perteneció a Tejada, hasta su consideración de villa en el siglo XVI. Durante este período sus designios estuvieron ligados al devenir histórico de esta ciudad del Condado. Tejada, por su parte, permaneció bajo dominio musulmán hasta 1253, año en el que el rey Alfonso X el Sabio la incorpora a sus territorios.
El topónimo Berrocal proviene del castellano «berrueco» o tolmo granítico, al que se incorpora el sufijo locativo de «al» (Gordon, M., y Rhustaller, S., 1992, 438).
El «lugar» de Berrocal tendría que esperar a 1612, con apenas 60 «vecinos», unas 250 personas, para que Felipe III le confiriese la categoría de Villa. Ello traería consigo su emancipación de la vieja Tejada, que por aquellas fechas se encontraba al borde del abandono en beneficio de otras entidades locales surgidas por los alrededores, como fue el caso de Tejada la Nueva, hoy Escacena del Campo.
A partir de este momento, Berrocal toma verdadero empaque como pueblo, que se traduce en la construcción de un nuevo templo, su actual iglesia parroquial, sobre los cimientos de lo que había sido una antigua capilla cuyos orígenes se desconocen. Una inscripción encontrada sobre el altar mayor constata que 1646 fue la fecha de terminación de las obras. Su estructura es de estilo renacentista, aunque ha sufrido sucesivas obras que enmascaran el estilo original.
El primero de los documentos escritos que se conserva de la localidad está fechado a 31 de enero de 1700 y hace mención al subasteo de un lote de colmenas de la cofradía de la Vera Cruz. Fue éste uno de los escasos documentos que pudieron salvarse de la quema de los archivos eclesiásticos y municipal por parte de las tropas francesas durante su ocupación. Con ello también se destruyó una buena parte de su historia.
En 1833, Berrocal delimita su término municipal y pasa a depender del partido judicial de Valverde del Camino, en detrimento de Aracena. Unos años después, en 1860, se producen importantes recortes en sus límites municipales, perdiendo una parte feraz de su territorio, cerca del río Corumbel, en el «pleito de los Arrayanes», en beneficio de Escacena y Paterna del Campo.
Madoz resume las actividades económicas de Berrocal en el primer tercio del siglo XIX: «la agricultura, ganadería, tejer telas de frisa y lana basta para el consumo, carboneo para las minas y en fabricar corchos para las colmenas». La economía actual no ha variado mucho de la descrita hace ya más de un siglo. Una exigua agricultura, la cabaña ganadera sustentada en las dehesas, además corcho, leña para el carboneo, la miel de las colmenas y la caza, siguen siendo las pobres bazas económicas de Berrocal. La precariedad económica originó una emigración que incidió, especialmente, en las últimas décadas, mermando el número de jóvenes. Fueron muchos los berrocaleños que se vieron obligados a marchar buscando mejores expectativas laborales en la capital onubense, Sevilla o en otros rincones de España.
Berrocal participa de las generalidades identificativas del Andévalo, posicionándose en su parte más oriental. Presenta una superficie de 12.624 hectáreas y sus límites son por el Oeste, con el río Tinto, que la separa de Zalamea; al Norte, con El Madroño, en la provincia de Sevilla; al Este, con Escacena del Campo, y al Sur, con Paterna del Campo. Madoz (1835) se refiere a este municipio como «un territorio todo de sierra y montuoso, de inferior calidad y poco fértil».
Fruto del modelado fluvial del río Tinto, el Gallego y la Rivera del Hornueco y de la acción de los procesos erosivos a que ha estado sometido, este trozo del Andévalo ha quedado marcado por la presencia de dos unidades morfológicas diferentes: los riscos o berruecos y el monte.
Los riscos se sitúan a ambas márgenes del Río Tinto y cuenta con los relieves más accidentados, cuyo origen es volcánico. Suelen ser zonas de difícil accesibilidad, de las que el hombre ha huido. En la actualidad, con la utilización de maquinaria pesada, esta zona ha sido utilizada para la plantación de eucaliptos, aprovechando su clara vocación forestal. A pesar de sus limitaciones físicas, este territorio es, con diferencia, el más atractivo, y en él se sitúan los parajes de mayor vistosidad e interés paisajístico, como son: Alto del Peral, Masegoso, Alto de la Picota, Riscos Altos, etc.
El monte o sierra ocuparía la mayor parte de Berrocal, extendiéndose hacia el Este del término. Es el dominio del sustrato sedimentario identificado por la presencia de importantes paquetes de pizarras del Devónico superior. Tanto su estructura como su topografía y cubierta vegetal responden a la idea de Andévalo, con ausencia de alturas y pendientes importantes. Sobre este espacio se han volcado tradicionalmente los aprovechamientos típicos berrocaleños ligados al carboneo, el cisco de jara en el monte bajo, las colmenas y los usos ganaderos en dehesas.
Berrocal cuenta con una serie de condicionantes naturales, geográficos y ambientales que le confieren un entorno natural y paisajístico especialmente atractivo. Su tradicional aislamiento respecto a las poblaciones vecinas de la Cuenca Minera, por una vez, ha supuesto un factor favorable para la conservación de parte de su identidad natural.
Tres son los elementos de atracción paisajística: el río Tinto, la masa forestal y la reserva cinegética. En las márgenes del Tinto y en su progresivo proceso de encajonamiento, encontramos los más atractivos y bellos parajes de todo Berrocal. El propio río con sus aguas tintas ya muestra su singularidad, que en las zonas de remanso toman una gradación de colores rojos y ocres que varían espectacularmente. Uno de los lugares de más fácil acceso en el que se puede contemplar este fenómeno es la zona conocida como El Molino Viejo, donde los taludes artificiales construidos para el antiguo ferrocarril minero, el lecho totalmente tupido de grandes cantos rodados y la represa de agua del viejo molino abandonado resultan, ante todo, originales y de una gran belleza.
Aguas arriba, una vez sobrepasada la que fuera estación del ferrocarril minero de Berrocal, justo en el límite con el término municipal de Zalamea la Real, nos encontramos con dos parajes situados a ambas márgenes del río que incitan a la contemplación, son Riscos Altos y el Alto de la Picota. A Riscos Altos, de propiedad particular, se accede desde el pueblo. Es un pequeño berrueco en el que se asoman grandes bloques de piedra y desde el que se ofrece una de las panorámicas más bonitas del Tinto. Enfrente, a mayor altura, se encuentra el Alto de la Picota, sobre cuya ladera aún puede observarse un claro ejemplo de vegetación autóctona en un buen estado de conservación, donde se entremezclan pies de encinas, jaguarzos, madroños, labiérnagos y genistas con algún que otro algarrobo.
Desde esta última atalaya descubrimos el blanco casco urbano de Berrocal, sobre la parte más alta de un cerro. Abajo discurre el río, del que se consigue adivinar buena parte de su sinuoso trazado. Hacia el Norte se ve el Pico las Tres Aguilas en Minas de Riotinto, con su gran chimenea de pirita en un entorno desforestado.
Caminando al Noroeste, encontramos una gran extensión de monte aterrazada y plantada con pequeños árboles: estamos ya en la famosa plantación de cítricos de la Riotinto Fruit, S. A., situada en pleno corazón minero.
Hacia el Sur, río abajo, se puede seguir el trazado del viejo ferrocarril, de vía estrecha, que, paralelo al río, transportaba el mineral desde las minas de Riotinto hasta el muelle de Huelva y cuya guía se va perdiendo poco a poco entre los primeros cerros. Desde este punto estratégico, el conjunto también ofrece la posibilidad de contemplar y analizar una secuencia muy ilustrativa de los ecosistemas más característicos del Andévalo onubense, representado por la cada vez menor extensión de encinas y alcornoques y la mayor presencia de eucaliptos y pinos.
En dirección a La Palma del Condado, por lo que fue una antigua carretera y una vez cruzada la Rivera del Hornueco, vamos poco a poco acercándonos al entorno de la Reserva Nacional de Caza de La Pata del Caballo, en un paisaje dominado por la alternancia entre el monte bajo mediterráneo, grandes eucaliptares y dehesas combinadas de encinas y alcornoques. En este paraje, y dependiendo de la hora del día, se pueden contemplar ciervos. Es interesante presenciar, en determinadas zonas, la berrea anual, que suele tener lugar durante los meses de septiembre y octubre. Mucho más complicado resulta, por los hábitos y la gran movilidad que presentan, detectar jabalíes, tejones, meloncillos, zorros, ginetas, gatos monteses, topillos, musarañas, etc., que, junto a otras especies, aprovechan la seguridad de la noche para comenzar su actividad. Incluso algunos cazadores y naturalistas de la comarca han visto alguna pareja de nutrias.
Más fáciles de contemplar son las distintas especies de rapaces diurnas, que han encontrado en este entorno un medio tranquilo donde poder anidar. Así, los milanos, ratoneros, primillas, águilas culebreras, águilas calzadas, etc., resultan bastante comunes.
Siguiendo esta dirección a través de las numerosas pistas forestales abiertas con motivo de cortas y repoblaciones, se accede a otros parajes encantadores por su belleza y originalidad: nos referimos a las zonas conocidas como El Pico del Aguila, Los Rápidos, Masegoso, Collado del Peral, etc., desde donde pueden verse las mejores panorámicas del Río Tinto.
Pero, de todos los lugares descritos, existe un paraje que supera al resto en espectacularidad, es la zona del Túnel Salomón y su Puente sobre el Tinto. En este tramo, el río describe un meandro que obligó a los técnicos ingleses dise- ñadores del ferrocarril minero a construir un gran puente de hierro y abrir un largo túnel.
Su posición escorada hacia el Oeste provincial, dentro de la dinámica atmosférica general, le hace ser partícipe de las características climáticas reinantes. Su localización hacia el interior le confiere algunos matices continentalizadores, que a nivel local y desde el punto de vista termoplu- viométrico resultan significativos. Su clima quedaría englobado dentro del tipo mediterráneo húmedo, caracterizado por una temperatura media anual de 17º C, máximas en julio con registros medios que superan los 27ºC y temperaturas absolutas que en ocasiones alcanzan los 40º . Los meses invernales se tornan muy plá- cidos, con medias entre 10º y 11º , aunque durante los meses de diciembre y enero pueden ser frecuentes la presencia de algunas heladas y registros mínimos de 0quote . La oscilación térmica anual, pues, se sitúa en torno a los 17 ºC.
El término queda dentro de la isoyeta máxima de los 750 mm., concentrándose el grueso de las precipitaciones en los meses de otoño y primavera. Los mínimos absolutos se dan en la época estival, con casi una total ausencia de precipitaciones.
La conjunción de factores geológicos, litológicos y climáticos, junto al dominio potencial del bosque esclerófilo mediterráneo y la acción del hombre, han propiciado la formación de unos suelos muy pobres, esqueléticos, de carác- ter generalmente ácido y textura grosera, no aptos para la práctica de la agricultura, salvo en vallonadas y pequeños aterrazamientos que, de forma tradicional, el berrocaleño ha construido en los ruedos del pueblo, destinándolos a la agricultura de huerta y al cultivo del olivar.
En julio de 2004, se produjo un gran incendio, que se inició en Minas de Ríotinto, arrasando casi 35.000 hectáreas. Quemó casi el 80 % del término municipal del Berrocal, así como la Pata del Caballo, el Madroño y sus aldeas (El Álamo, Juan Antón y Juan Gallego) llegando hasta las inmediaciones de Aznalcóllar y Gerena, ya en la provincia de Sevilla.
Ha sido una catástrofe ecológica, que tardará muchos años en olvidarse, pero con la lucha, el tesón y el trabajo de todos los berrocaleños, este pueblo no caerá en el olvido.
Los primeros datos fiables de población los encontramos en 1752. El Censo de Ensenada registra un total de 92 vecinos, equivalente a unos 378 habitantes. Unos años después, los Censos de Aranda y Floridablanca reflejan una población estacionaria (Núñez Roldán, F., 1987).
Madoz, para 1835, cifra la población en 500 habitantes. Durante la segunda mitad de este siglo XIX se produce un notable incremento de la población, alcanzando el siguiente siglo 827. Las razones de tan espectacular crecimiento hay que buscarla en el auge económico de las minas de Riotinto y en la construcción del ferrocarril minero, que aumentaron el empleo en Berrocal.
La población aumenta durante las dos primeras décadas del siglo XX, alcanzando su máximo en 1920 con 922 habitantes. A partir de aquí se produce un leve descenso poblacional, con pequeñas oscilaciones, en las tres décadas siguientes, motivado por crisis de subsistencia y períodos de carencias.
En los años 60 es cuando la población experimenta un fuerte descenso, que prosigue hasta 1991 con un mínimo histórico de 386 habitantes. Coincide este período con el masivo éxodo rural hacia los principales centros urbanos del país y con la instalación del Polo Industrial de Huelva.
La emigración va a castigar duramente a Berrocal. Como consecuencia de ello, los efectivos de 1991 eran la mitad de los de 1960 y similar a la población de mediados de principios del siglo XIX. La última rectificación del padrón de 1995 arroja una población de derecho de 414 habitantes.
La casi totalidad de la población se concentra en el propio núcleo. La población en diseminado es muy escasa, apenas unos 35 habitantes y 25 viviendas, en su mayoría casas de labor del paraje de «La Caba».
La densidad de población es bajísima, situándose en sólo 3 hab./km2 , lo que contrasta claramente con una también baja densidad provincial de 44 hab./km2 .
El ritmo de crecimiento negativo se mantiene hasta nuestros días, porque el número de fallecidos es ya muy superior al de nacidos. No obstante, el saldo migratorio negativo que ha caracterizado años atrás a Berrocal se ha reducido gracias a los retornos habidos.
Dicha dinámica natural se debe al progresivo envejecimiento de la población, que alcanza cotas preocupantes. De esta manera, y como vemos reflejado en la pirámide de edades, la proporción de jóvenes con menos de 15 años es de apenas un 9 por 100 de la población total, unos 40 «niños», mientras que los mayores de 65 años son un 30,5 por 100. Si no cambia este panorama demográfico y las expectativas económicas, es de esperar un próximo agotamiento demográfico.
Poco más de 200 personas aportan su fuerza de trabajo al sistema productivo o están dispuestos a hacerlo. Esta población se dedica especialmente al sector primario, que tiene un 35 por 100 de la población activa. El sector industrial es bajo, un 33,6 por 100, dedicados mayoritariamente a la actividad extractiva; la construcción agrupa al 10,5 por 100, y el sector servicios, al 28,4 por 100.
Curiosamente, la población de Berrocal presenta un nivel de estudios superior a la media provincial. El porcentaje de analfabetos es de un bajísimo 2 por 100 y los considerados como «sin estudios», un 25,3 por 100. Para niveles medios y superiores sus porcentajes son algo inferiores a los que registra el conjunto provincial.
LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN
Tradicionalmente, Berrocal, a pesar de pertenecer a la Cuenca Minera de Riotinto, con las influencias que ello lleva consigo en la economía, ha sido, junto con Campofrío y La Granada de Riotinto, un núcleo de clara vocación agrícola y ganadera, dedicado al cultivo del olivar y el cereal, la cría de caprinos y porcinos y al aprovechamiento forestal. Por tanto, nos encontramos con una_ economía primaria, de escasos recursos, no habiéndose generado industrias que posibiliten una transformación de sus riquezas primarias, y por ende, dejen un mayor valor añadido en la economía local.
De las 12.624 hectáreas que conforman su término municipal, tan sólo 61 has. se labran. De éstas, el 33 por 100 se dedican al cereal, quedando el resto para cultivos de forrajes y pequeños huertos de hortalizas y leguminosas, que forman parte primordial de la economía de los berrocaleños. La ausencia de suelo agrícola, la topografía agreste y la pobreza de los mismos hacen muy poco rentable la puesta en explotación de otras zonas. Ya Madoz nos recuerda, para principios del siglo XIX, estas carencias al decir que «la producción de trigo, centeno y cebada era de muy poca calidad, y la miel y la bellota, las que más abundan».
De hecho, algún cultivo de los más tradicionales, como el olivar, va cayendo en desuso por la ausencia de almazara en el pueblo y por la escasa rentabilidad que ofrece, al perderse el escaso valor que genera en los costes de transpor- te de la aceituna, la recogida y en el laboreo.
El resto del término tiene una clara vocación forestal, dedicándose al cultivo del eucalipto aproximadamente la mitad de su superficie, más de 5.000 hectáreas. Este es uno de los sectores que mayor número de puestos de trabajo de carácter temporal genera: en sus variantes de cortas, desbroces, retenes contra incendios, etc., ha proporcionado unos 15.000 jornales. También genera una economía sumergida que gira en torno a la producción de carbón que se comercializa en los pueblos cercanos. Aunque el número de cabezas de ganado porcino es importante, no existen en Berrocal la comercialización de productos derivados del cerdo, destinándose su cría a la matanza industrial en mataderos de la Sierra de Huelva. Estas actividades se complementan con la práctica de la_ apicultura tradicional, que, aunque tampoco se comercializa en la localidad, es una de las materias primas autóctonas base para la repostería tradicional de la zona y uno de las recursos endógenos de mayor proyección, en gran cantidad de especies melíferas, como el brezo, el eucalipto, la jara, el tomillo, etc., le dan grandes posibilidades de explotación.
El Catastro de la propiedad rústica ofrece la presencia de 368 propietarios, en 12.221 has. catastradas (Márquez, J. A., 1995). La propiedad se halla bastante repartida. Sin embargo, los propietarios de menos de 1
ha. suponen un 15,8 por 100 del total, aunque su superficie apenas asciende al 0,2 por 100 de las tierras catastradas; suelen tener como usos el agrícola, principalmente el olivar, y los cultivos cerealísticos. Por contra, las propiedades mayores de 200 has. apenas suponen un 1,6 por 100 de las mismas, pero representan un 47,3 por 100 de la extensión total, correspondiendo, especialmente, a explotaciones agroforestales de eucaliptales, principalmente de ENCE, y dehesas.El sector industrial no cuenta con representación alguna en el municipio, salvo la existencia de tres pequeñas cooperativas destinadas al corcho y maquinaria de servicios. Sin embargo, algunos vecinos se desplazan a diario a Minas de Riotinto, empleados en la mina.
Como núcleo rural y pequeño, su actividad comercial es mínima. Sólo se constata un total de cinco licencias comerciales, correspondiendo casi todas ellas a minoristas de alimentación para cubrir las necesidades básicas del pueblo.
El posible viajero no cuenta con ningún tipo de alojamiento y de restauración, a pesar de las inmejorables perspectivas de cara al turismo rural que presentan sus bellos y poco alterados espacios naturales y el sosiego del núcleo de Berrocal.
Desde el punto de vista de las infraestructuras, el pueblo de Berrocal cuenta con uno de los presupuestos municipales más bajos de la provincia, que apenas alcanza a cubrir los gastos originados por el personal funcionario del Ayuntamiento. A pesar de ello, y apoyándose en programas provinciales y en las subvenciones públicas, hoy cuenta con unas dotaciones asistenciales imprescindibles, que cubren buena parte de las necesidades de los vecinos.
En cuanto a saneamiento urbano, su condición de municipio mancomunado en la Cuenca Minera le hace contar con un servicio de recogida de basura cada dos días. Entre otros servicios, cuenta con un consultorio médico y un completo equipamiento docente de biblioteca, escuela de adultos, colegio público y pista polideportiva.
Pero la gran asignatura pendiente de este pueblo en cuanto a infraestructura es su condición de_ aislamiento a la que se ha visto sometido desde tiempo inmemorial. Berrocal dista casi 80 kms. de la capital de la provincia a través de la carretera N-435. Las otras dos vías de comunicación, al margen del ya abandonado ferrocarril minero, se completan en primer lugar con una carretera sinuosa, estrecha y en muy mal estado por la que se llega a Nerva, vía El Madroño, y que hasta hace muy poco tiempo durante algunas épocas del año resultaba intransitable por las continuas crecidas del arroyo Gallego.
La última vía de comunicación es una vieja carretera que unía esta localidad con La Palma del Condado y Villalba del Alcor, única arteria de comunicación hacia la zona costera. En estos momentos está casi intransitable, convirtiéndose en el verdadero caballo de batalla de la corporación municipal y de todos los berrocaleños, que suspiran por su mejora integral, al distar tan sólo 30 km. de la autovía A-49 y que podría suponer un revulsivo económico para el municipio. Todos los_ indicadores de desarrollo estudiados reflejan unos índices inferiores para Berrocal que para el conjunto provincial. Pero, a pesar de la precariedad de esta economía primaria, del estado de incomunicación territorial, del abandono ancestral de los poderes públicos a nivel regional y provincial y del envejecimiento paulatino de la población, Berrocal no pierde las esperanzas de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, de diversificar su economía y de paliar el pesado lastre de su aislamiento.
EL ALCORNOCALEn julio de 2004, se produjo un gran incendio que arrasó cerca del 80% del término municipal del Berrocal. el fuego arrasó 35.000 hectáreas de las provincias de Huelva y Sevilla y quemó monte bajo, eucaliptos, pero sobre todo alcornoques y encinas.
Las condiciones ecológicas existentes en el entorno físico de Berrocal han propiciado desde el punto de vista natural un dominio del alcornocal sobre el encinar, al contar con las condiciones adecuadas para su desarrollo. Su régimen de precipitaciones, por encima de los 700 mm. anuales, la ausencia de fuertes y prolongadas heladas y la presencia de un sustrato eminentemente ácido, han hecho posible la presencia de importantes masas de alcornoques. El alcornocal puede darse de múltiples maneras, dependiendo de la posición que ocupe y del grado de manejo a que se encuentre sometido. Así, resulta fácil verlo con carácter monoespecífico formando dehesas con vistas al aprovechamiento ganadero. A veces aparece combinado con encinas o monte bajo mediterráneo, dependiendo de la orografía del terreno.
Desde la Antigüedad, la economía de este núcleo ha estado vinculada a sus distintos usos, tanto por su manejo como por su corteza. En un primer momento, el_ corcho aparecía muy vinculado a otro de los recursos tradicionales del pueblo, la apicultura, pues era utilizado para la construcción de colmenas, práctica que ha caído en desuso con la introducción de nuevos métodos y materiales.
Otro de los manejos más ancestrales del alcornocal es su uso industrial. La popular «saca», que desde mediados de julio a mediados de agosto da empleo a varias cuadrillas de corcheros especializados en estas tareas. El descorche suele realizarse cada nueve años aproximadamente. Estas labores son llevadas a cabo por cuadrillas de entre seis y ocho hombres. «Rajadores» y «sacadores», dispuestos por colleras, van distribuyéndose el trabajo. El rajador es el encargado de dar los cortes verticales y longitudinales precisos, para que, con posterioridad, los sacadores, provistos de hachas, vayan despegando las planchas de corcho. Un rajador experto puede tener a su cargo varios sacadores.
Con anterioridad a todo este proceso, el alcornocal ha requerido un largo cuidado de limpieza, entresaca y poda. Con la intención de favorecer el crecimiento de la arboleda y de los pastos, que serán aprovechados por el ganado, el alcornocal es despojado del matorral. Con las labores de entresaca se suprimen aquellos pies de alcornoque que no interesan, dejando algunos individuos jóvenes para la regeneración.
Pero quizás la labor más delicada en el manejo del alcornocal es la poda, al depender de ella buena parte de su futura productividad. Las podas, en general muy selectivas, dependen de los individuos y pueden consistir, si se trata de un árbol nuevo, en una poda de formación o crianza, con el fin de dirigir el crecimiento del alcornoque. Si se trata de un ejemplar adulto, para mantener su grado de producción, se da una poda de conservación. En ejemplares centenarios, con el fin de alargar su vida productiva, se les suele aplicar una poda de rejuvenecimiento, por la cual se les descarga de las ramas y del follaje sobrantes. Aunque el corcho se convierte en un elemento con amplias expectativas de futuro por sus múltiples aprovechamientos y unos precios de mercado en alza, actualmente, desde Berrocal no se hace ninguna labor industrial, comercializándose en estado bruto (Lasso, J. M., 1989). El pueblo cuenta con una cooperativa de una producción estimada en 10.000 quintales anuales de corcho, la cual es enviada a Barcelona y Toledo para su transformación.
LAS CRUCES DE MAYO O EL JUEGO DE LA COHESIÓN URBANA
Berrocal es un pueblo tranquilo, hospitalario, sencillo y limpio. Sus mujeres aún continúan, como antaño, en las horas frescas de las mañanas, saliendo a barrer la puerta, y si la ocasión lo merece, a regarla, manteniendo antiguas calles de piedra y tierra. Bien encaladas sus fachadas y pintadas sus ventanas y balcones, este pueblo no destaca por contar con un patri- monio histórico-artístico monumental, pero resulta emblemática, especialmente para sus vecinos, la iglesia parroquial de San Juan Bautista, del siglo XVII. Su estilo es renacentista, aunque ha sufrido modificaciones posterioes de corte neoclásico.
Otro edificios de especial significación son su Ayuntamiento, de fines del siglo XIX, recientemente remodelado y sus dos populares ermitas de la "Santa Cruz de Arriba" de la "Santa Cruz de Abajo", llenas de significación y verdaderas protagonistas de la entidad cultural del pueblo.
Pero si de algo se enorgullecen los berrocaleños es ciertamente de sus fiestas y de su hospitalidad. La más singular de todas ellas son las_ Cruces de Mayo. Parece ser que el origen de las mismas es anterior a 1700, y hay que rastrearlo en la antigua hermandad de la Veracruz, aunque la creación moderna de las dos Hermandades data de primeros de siglo.
Estas fiestas tienen lugar en el interior del pueblo y vienen a coincidir con el primer domingo de mayo. Durante cinco días el pueblo vive una alegría y tados. Ya desde semanas antes todos los vecinos han comenzado a acicalar sus casas y a preparar las viandas con las que obsequiar a los amigos vecinos e invitados a la fiesta grande. Se sacan las mejores chacinas de la matanza y se piensa en preparar el «costo» o comida típica berrocaleña. Mientras, las dos Hermandades, en un respetuoso «pique» y por separado, buscan las mejores bestias y preparan los «jatos» o monturas y aparejos enjaezados con bordes y filigranas de origen árabe con que vestirlas. Se comienza también a decorar la Cruz, jóvenes y mayores participan y ponen todo su empeño en engalanarla. Se trata de poner- la más «bonita» que la rival.
Este concepto de «pique», que nunca va más allá de pequeños roces entre vecinos, forma parte de la gracia que los berrocaleños dan a la festividad, jugando un papel trascendental en el mantenimiento de las fiestas. El afán de superación se hace patente año tras año y desemboca en un mayor atractivo y emoción para todos los participantes del acontecimiento.
El viernes, el día de San Felipe, es_ la víspera, y ya se anuncia la fiesta. El sábado es el día del_ romero, donde las bestias, dos mulos o mulas, enjaezados y arreglados, van al campo a cargar el romero. Más tarde, los mozos de «bandera», con los estandartes de las Hermandades, procesionan hasta el lugar donde esperan los animales cargados para clavar la bandera en lo alto de los haces de romero. Luego se vuelve hasta la ermita entre vítores y brazos en alto. Se procede a la ofrenda y se lleva a cabo el traslado de la Santa Cruz hasta la iglesia. Entre tanto, la multitud de visitantes que ese día se da cita allí, asisten perplejos y entusiastas a una devoción que, entre vivas llenos de fervor y al son del romerito, componen coplas que reflejan el pique entre ambas Her- mandades. El domingo es el día solemne de_ la Cruz, donde, tras la celebración de la eucaristía de Hermandad y en procesión por todo el pueblo, con el lucimiento de las mozas de la fiesta, que se han preparado ese inmemorable día con lujosos trajes de ceremonia, se procede a devolver el Símbolo a su ermita. El momento de la recogida es uno de los más trascendentes, cuando los berrocaleños, hermanados en cada Cruz, con emoción, no cesan de lanzar «Vivas» hasta su recogida final. Así, cada Hermandad, que ha respetado escrupulosamente su sector y horario, vuelve a sus salones a festejar el éxito obtenido. Pero, todavía, para los berrocaleños la fiesta no ha terminado, porque en el lunes,_ el día del lobo, se come carne, aunque ya el martes,_ el día de la zorra, sólo quedan «habas zapatá».
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CITADAS
GORDON, M y RUHSTALLER, S. (1.992): "Análisis etimológico de la macrotoponimia onubense", en Huelva y su Historia, nº 4. Pp. 421-440.
LASSO, J. (1.990): "Berrocal", en diario Huelva Información, pp. 10-11, 15/10/1990, Huelva.
MADOZ, P. (1.835): "Diccionario geográfico-estadístico-histórico, Huelva". Diputación Provincial de Huelva, 134 pgs.ç
MARQUEZ DOMINGUEZ, J.A. (1.995): "Propiedad y distribución de la tierra en la provincia de Huelva." Caja Rural. San Juan del Puerto.
NUÑEZ ROLDÁN, F. (1.987): " En los confines del reino. Huelva y tierra en el siglo XVIII". Publicaiones de la Universidad de Sevilla.
ROTHENBERG, B. (1.981): "Exploración Arqueometalúrgica de la provincia de Huelva." Editorial Ciudad.
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