EL CAMPILLO
Introducción
Es el pueblo más joven de la Cuenca Minera, ya que fue aldea de Zalamea la Real
hasta el año 1.931, en que obtuvo su independencia como municipio. En 1.907, con el comienzo de la
explotación de Corta Atalaya, se produjo un fuerte incremento del volumen de
población debido a la llegada masiva a la zona de mano de obra procedente
de otros puntos de España y Portugal.
El Campillo se
sitúa en la zona central de la Comarca , entre los municipios de Zalamea la Real
y Minas de Río Tinto. Con una extensión de 90 Km2 y un total de 2.785
habitantes, posee importantes yacimientos arqueológicos como son el Poblado
Romano de las Arenillas y la fortaleza musulmana de los Cabezos Colorados.
La siguiente información ha sido
recogida de los fascículos de los Pueblos de Huelva.- El Campillo.- Editado por
AGEDIME, S.L..- Editorial Mediterráneo, para HUELVA INFORMACIÓN S.A., con la
colaboración de de la Excma. Diputación de Huelva, Caja Rural de Huelva y
la Empresa Nacional de Celulosas (ENCE) de Huelva.
Buscando su Historia | La Caracterización Medioambiental | Las Unidades Paisajísticas | |
La Población | Los Sistemas de Producción | La Río Tinto Fruit | Bibliografía |
Hace más de 5.000 años que el hombre reside en las tierras de El Campillo. La cultura megalítica funeraria ha dejado un conjunto de dólmenes cuyo mejor ejemplo es el dolmen de La Cantina. En la Edad del Bronce, hacia el 2000 a. C., aparecen restos de una cultura más evolucionada, caracterizada por asentamientos estables y por un cambio en sus manifestaciones funerarias, que se refleja en la utilización de nuevos materiales e instrumentos, como en los Cabezos Colorados, en donde se han hallado vestigios de muros y facies.
Del esplendor tartésico, hace tres milenios, se tiene la certeza de yacimientos mineros en la zona y de un intenso comercio mineralúrgico con fenicios y griegos.
Los yacimientos mineros fueron intensamente explotados durante la_ época romana. Del siglo II a. C. existe una importante explotación romana en el paraje conocido como Cabezo de la Cebada. De las investigaciones realizadas se deducen actividades agropecuarias y mineras.
En la etapa de_dominación musulmana aparecen vestigios en el paraje de los Cabezos Colorados y en la necrópolis de la Moraña.
Con la integración de estas tierras al_ dominio cristiano, hacia 1251, por parte de Fernando III el Santo, la historia de El Campillo se funde directamente con la de Zalamea la Real, de la que fue primero asentamiento y luego aldea hasta su cercana segregación en 1931. La primera referencia escrita de El Campillo como asentamiento aparece en las Ordenanzas municipales de Zalamea la Real, en 1534, refiriéndose entonces al «Monte del Campillo» como asentamiento agropecuario. Nace como un conjunto de caseríos dedicados a las actividades agrícolas y ganaderas. También, en las mismas Ordenanzas, se hace mención de la aldea de Traslasierra.
El Campillo comienza a tener relevancia en la historia a partir de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando, por la cercanía con las_ minas de Riotinto, que vuelven a explotarse, comienza a recibir un importante contingente de mineros y otros trabajadores. Durante esos momentos ya se había comenzado la construcción del ferrocarril minero y la explotación a cielo abierto de Corta Atalaya, provocando en este municipio y en toda la comarca minera una radical transformación social y económica a gran escala. Ya en 1930 su población alcanzaba la cifra de 3.791 habitantes. El Campillo comienza a dejar de ser progresivamente agropecuario y convertirse en un núcleo eminentemente minero.
Con la importancia creciente que adquiere El Campillo, pronto aparecerán los primeros movimientos reivindicativos de_ emancipación de Zalamea la Real. El 15 de abril de 1925, después de varias solicitudes de segregación por parte de los vecinos de El Campillo, el pleno del Ayuntamiento de Zalamea rechaza dicha solicitud alegando carecer de medios de subsistencia (Domínguez y Domínguez, 1994) y por considerar que los peticionarios no son naturales de la aldea.
La Segunda República trae nuevas peticiones de segregación, que se haría efectiva el 22 de agosto de 1931. La figura de don Vigilio Penil Macias fue trascendental para su consecución. Su labor mediadora le llevó a ser nombrado, en ese mismo día, primer edil del segregado municipio, que tomó el curioso nombre de Salvochea, en honor del dirigente y mítico revolucionario gaditano Fermín Salvochea. La toponimia de El Campillo sería repuesta en septiembre de 1936.
Parejo a la emancipación del municipio, fueron también otables las tensiones creadas con Zalamea la Real a cuenta de la delimitación del nuevo término municipal. En este litigio Zalamea saldría perjudicada, al tener que ceder casi 9.000 has. En este territorio se incluía la aldea de Traslasierra, a pesar que sus aldeanos mostraron su intención de seguir perteneciendo a Zalamea la Real.
Las transformaciones acaecidas en El Campillo, que cambia de funcionalidad agrícola a minera, perfilará la estructura urbana. Esta es el resultado de los antiguos caseríos agrícolas, El Campillo «Viejo», con los nuevos barrios mineros,_ El Campillo «Nuevo», que todavía muestran sus diferencias.
El Campillo «Viejo» se sitúa al Noroeste del pueblo y lo componen un pequeño conjunto de calles estrechas dispuestas de forma poco organizada y con edificios sin relevancia.
El Campillo «Nuevo» se sitúa en la zona oriental del núcleo primitivo y tiene su origen en los campamentos mineros que surgieron fruto del auge de la actividad minera. Ocupa la parte alta de un pequeño cerro, organizándose el viario en perfectas retículas. Las viviendas, que datan del primer tercio de este siglo, alineadas y adosadas, muestran un carácter humilde y obrero. Sin duda, la huella inglesa se deja sentir en su urbanización.
Con la crisis estructural del sector minero, El Campillo recupera a marchas forzadas su otrora tradición agrícola. En cuestión de muy pocos años, sus montes bajos y escoriales ven crecer una de las mayores plantaciones frutales de Europa: la Río Tinto Fruit, S. A., que se convierte en una nueva e importante alternativa a la maltrecha y monoespecializada economía minera de El Campillo.
LA CARACTERIZACIÓN MEDIOAMBIENTAL
El Campillo se sitúa en pleno centro de la comarca de la Cuenca Minera de Riotinto, a medio camino entre Zalamea la Real y Minas de Riotinto, en el kilómetro 2 de la carretera comarcal C-421.
Su término municipal, de 9.072 hectáreas, toma una morfología muy irregular, con algunas cuñas que se adentran caprichosamente en los términos vecinos. Por el Norte, linda con Campofrío y Aracena a través de la Sierra de las Cañas y Cecimbre. Hacia el Oeste, siguiendo el curso del río Odiel, asoma Almonaster la Real hasta la Sierra del Águila. El límite sur lo constituye el término de Zalamea la Real, a excepción de un estrecho corredor hasta Berrocal. A través del río Tinto, ya en su sector occidental, llega a lindar con el municipio de El Madroño, Minas de Riotinto y Nerva.
Dentro del_ esquema geológico regional, este municipio se sitúa dentro de un gran sinclinorio carbonífero, en el que afloran rocas volcánicas (García Palomero, F., 1980), sobre las que se han asentado las principales minas de cobre, oro y plata, en el conocido Cinturón o Faja Pirítica del Suroeste peninsular, como la mina La Poderosa y Cabezos Colorados. Este gran sinclinorio, afectado por la orogenia herciniana hace unos 300 millones de años, y convertido con posterioridad en una penillanura basculada hacia el río Odiel, cuenta con un alto contenido mineralógico ligado a antiguos procesos de vulcanismo.
Desde el punto de vista topográfico y morfológico, las formas predominantes no rompen en ningún momento con la morfología ondulada y suave del Andévalo, aunque pueden establecerse algunas individualidades, que responden a relieves locales. En este sentido, la zona de mayor altura del término coincide con el conjunto de sierras del Sur de Campofrío y con la divisoria de aguas de la Sierra de Cecimbre, alcanzándose los 585 metros. Según nos desplazamos hacia el Sur, se va perdiendo altura de forma moderada, aunque el fuerte basculamiento de la zona hacia el Odiel permite encontrar altitudes de 400 y 450 metros, asociadas en algunos casos a fuertes pendientes, como es el caso de la Sierra del Arenal, Cabezo Risco, Cabezos Colorados, etc.
Los raquíticos suelos sólo ofrecen vocación forestal, y por su estrechez y fragilidad están continuamente sometidos a procesos de erosión. En algunas áreas de menor pendiente podemos encontrar suelos algo más evolucionados.
La vegetación potencial de esta zona se correspone con el dominio del encinar y el monte bajo de jaras y brezos que caracteriza a todo el Andévalo. La intensa degradación medioambiental que ha venido sufriendo este área, con continuas deforestaciones motivadas por las necesidades de leña y matorral para la calcinación del mineral, durante la segunda mitad del siglo xix y principios del siglo XX, han tenido como consecuencia la total ausencia de vegetación autóctona en muchos parajes; a lo que se une su progresiva sustitución por especies foráneas de rápido crecimiento, como el pino y el eucalipto, que se han ido adaptando y naturalizando en algunos parajes.
Desde el punto de vista del clima, la temperatura media es de 17 ºC, con inviernos suaves y cálidos, y veranos extremadamente calurosos, con temperaturas absolutas que pueden alcanzar los 40 ºC. Por el contrario, el frío se centra entre diciembre y febrero, aunque con temperaturas medias que rara vez bajan de los 9ºC. Por tanto, los inviernos son benignos, generándose un microclima específico, donde el riesgo de heladas es muy escaso. Este hecho ha sido uno de los factores determinantes en la elección de este espacio para la presencia de una agricultura intensiva dedicada fundamentalmente a cítricos y que hoy es uno de los pilares de su desarrollo local.
Las precipitaciones medias alcanzan los 739 mm. anuales, y se concentran en primavera e invierno, mientras que el verano se muestra extremadamente seco, aunque con algunas precipitaciones de carácter ocasional (Ibersilva, 1995).
La plantación de 1.100 has. de cítricos y la preparación de otras restantes, hasta alcanzar el techo de las 3.000 has., supone un brusco cambio en las unidades paisajísticas que han caracterizado tradicionalmente a El Campillo. A la mina, ei monte bajo mediterráneo y las repoblaciones forestales habría que añadir una cuarta unidad: la plantación de cítricos.
La mina, con sus explotaciones a cielo abierto, ha constituido una de las unidades paisajísticas más características. Situada en el Noreste del término municipal, alberga un importante conjunto de facies y escombreras de grandes dimensiones en la zona más cercana a Corta Atalaya, donde los colores grisáceos, ocres, marrones y pardos de las escorias, unidos a la falta de vegetación, dan una sensación de impacto de gran vistosidad.
Más al Norte continúa un paisaje transformado, es la zona de la represa del cobre y del oro, destinada a almacenar el agua utilizada en los procesos mineralúrgicos. Destaca por su colorido y sus estériles aguas, que varían en sus tonalidades verdosas o azuladas dependiendo del grado de mineral en suspensión. Al fondo de la presa de Gossan aparecen los represamientos de lodos, dispuestos en bandas longitudinales, cuya función es la de evitar las emisiones de agua contaminada a una de las márgenes del río Odiel. Todos estos elementos componen un conjunto donde lo natural ha dejado paso a lo alterado, aunque, superada la fase de impacto visual y medioambiental, se ha convertido en un paisaje antropizado de una belleza y singularidad sin parangón en otras zonas de España.
En el Suroeste del término, lindante con Zalamea la Real, encontramos la unidad paisajística, aunque menos alterada: la dehesa. La presencia de encinas, alcornoques y masas de matorral mediterráneo, a veces combinados, con pinos y eucaliptos, ofrecen una imagen más cercana de lo que debió de ser El Campillo más tradicional dedicado a tareas agropecuarias.
Otra de las unidades que compone el paisaje son las masas forestales de eucaliptos que pueblan la margen izquierda del Odiel. Miradores naturales como el de Traslasierra o los existentes en la misma carretera N-435 dan buena cuenta de una de las imágenes más caracteiísticas y tópicas del Andévalo, con múltiples cerros aterrazados. Las más de 2.500 hectáreas de eucaliptos han generado una importante actividad, hoy en declive por la política de la Administración de disminuir la superficie de éstos, en favor de los pinares.
La quinta unidad se forma con los cítricos, que merecerán posteriormente un análisis especial. Estos han supuesto la roturación del Sureste del término. Procesos de aterrazamiento y subsolación, con maquinaria pesada, sobre amplias extensiones cubiertas de matorral bajo, han creado una nueva imagen que llama la atención por su dimensión y disposición. La presencia de formas atípicas, la continuidad de su perfección, la disposición casi geométrica del arbolado siguiendo las curvas de nivel, han venido a sustituir a anteriores paisajes de encinares y matorral. Nuevos elementos como la red de carriles de laboreos, las edificaciones diseminadas destinadas al bombeo y las balsas de agua dominan el paisaje de este rincón del Andévalo.
Desde hace más de tres milenios, el hombre ocupa de forma permanente estos parajes. Así, han existido pequeños asentamientos agrarios y mineros en Cabezos Colorados, Cabezos de la Cebada, La Poderosa, La Cantina y Traslasierra.
El cierre, en 1924, de la mina Poderosa provocó su desplomamiento, y en la actualidad las viviendas que componían el pequeño poblado se hallan en su mayoría en ruinas o incluso desaparecidas (Perejil Delay, A., 1995; 63).
Traslasierra es el único núcleo que aún perdura, aunque en franca decadencia, albergando en la actualidad apenas 58 vecinos y 56 viviendas, la mayor parte vacías. De la población de la aldea de El Campillo tenemos escasa constancia en sus primeros siglos, al estar incluida estadísticamente dentro de Zalamea la Real.
De ser una de sus muchas aldeas, en el último tercio del siglo XIX, El Campillo sufrió una explosión demográfica como consecuencia de la explotación de las cercanas minas de cobre. En cuestión de muy pocos años inmigró una ingente población, venida a trabajar en las minas desde muchos puntos de la provincia e incluso del resto de la Península. El censo de 1900 consigna para la todavía aldea de El Campillo una población de hecho de 2.467 habitantes, muy cerca de la propia cabecera municipal zalameña, con 3.911 personas.
Este ritmo de crecimiento persiste, al amparo de la minería, aunque a una menor tasa, alcanzando un máximo histórico en 1930, con 3.850 habitantes. Con los rigores de la Guerra Civil y la posguerra, la población decrece por la alta mortalidad infantil y general. El Campillo vería recuperados sus efectivos, con un segundo máximo, en 1960, de 3.711 personas. Desde entonces, se asiste a una progresiva disminución de la población a causa de los notables procesos emigratorios, que aún no se han detenido. Se entra en un nuevo ciclo en el que la minería pasa por una difícil tesitura, con excedente de personal en la plantilla de Río Tinto Minera. Con ello aumenta la desmoralización de la población desempleada, que veía muy difíciles las posibilidades laborales en la comarca: sólo cabía la emigración como válvula de escape. Este proceso emigratorio, lejos de cerrarse en la actualidad, se intensifica incluso a finales de los 80. La población de derecho alcanza a finales de 1995 los 2.620 habitantes.
Así pues, la dinámica demográfica está relacionada con la crisis del sector minero, y actualmente posee una tasa media de crecimiento anual de – 1,66 por 100, frente al 0,55 por 100 de la provincia. Los descensos en el número de matrimonios, la equiparación entre número de nacimientos y muertes y la emigración, que afecta a los sectores más jóvenes y mejor instruidos, conforman una preocupante estructura demográfica, caracterizada por su progresivo envejecimiento.
Los jóvenes con edades inferiores a los 15 años sólo representan ya el 19,8 por 100 de la población. Como contraste, la población senil, en aumento, alcanza ya el 17,3 por 100.
La población activa es de 1.000 personas, que se concentran en el sector secundario, con un 44,2 por 100, y dentro de éste en el subsector minero. En segundo lugar, destaca el variado campo de los servicios y las actividades agrarias, que agrupa sólo al 8,1 por 100 de la población activa. De todas maneras, la distribución de la población activa está cambiando rápidamente, jugando en favor de las tareas agrícolas y en detrimento de los empleos en la mina.
Las regulaciones de empleo de los últimos años y la no contratación de nuevos operarios en el sector minero se ha dejado sentir negativamente en la vida económica del pueblo, dando paso a la formación de una bolsa de parados, con índices superiores a la media provincial y nutrida especialmente por el segmento poblacional más joven. Por sectores, el de servicios presenta una mayor demanda de empleo seguido del sector industrial y extractivo.
En cuanto a educación, El Campillo cuenta con una población bastante instruida. Los niveles de instrucción mantienen porcentajes muy similares a la media provincial.
A pesar de no contar con centro de Formación Profesional ni de Bachillerato en el pueblo, las escasas distancias y las buenas comunicaciones escolares con Minas de Riotinto y Nerva facilitan la incorporación de los jóvenes campilleros a la enseñanza secundaria. Esta formación reglada se encuentra en la actualidad complementada con continuos cursos de Formación Profesional Ocupacional, destinada a los colectivos más desfavorecidos, parados y marginados. Por último, hay que destacar la presencia de un colegio de Educación Especial para disminuidos psíquicos, que cuenta con un gran prestigio por su labor de aprendizaje e integración de sus alumnos en el mundo laboral.
LOS CAMBIOS EN LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN Y LAS BASES PARA EL DESARROLLO LOCAL
Tradicionalmente, el sector agrario ha sido la principal actividad económica. La agricultura másproductiva se localizaba en los alrededores del pueblo, donde se cultivaba, en régimen de subsistencia,cereal, hortalizas y olivos. En la actualidad se asiste a una transformación radical de su espacio agrario.
A excepción de la superficie dedicada a las modernas plantaciones de cítricos, tan sólo una mínima extensión se dedica a labores agrícolas tradicionales. Sólo restan pequeños huertos en torno a la antigua vía del ferrocarril de El Buitrón y en los alrededores del núcleo urbano.
Escasos espacios adehesados rompen la monotonía de pinos y eucaliptos de buena parte del término, que, a pesar de sus impactos medioambientales, supusieron en su día un notable recurso forestal para este pueblo.
Ciertamente, El Campillo, por su cercanía a las explotaciones mineras de Riotinto, participaba desde la antigüedad de esta actividad. Pero será a partir de la segunda mitad dei siglo xw cuando comience una profunda transformación socioeconómica hacia modelos industriales implantados por la nueva compañía inglesa propietaria de las explotaciones. Nuevas técnicas de extracción a cielo abierto y la utilización de sistemas de transporte mecanizado, con la construcción del ferrocarril, provocaron una convulsión comarcal, de la que El Campillo no quedaría al margen. Era el lanzamiento econórnico del sector minero a gran escala, auspiciado por la excelencia de las condiciones naturales de la zona.
Desde entonces, el devenir económico y social de este municipio quedaba ligado a la minería y a los designios y derivaciones de las empresas explotadoras de la mina, que van a marcar el ritmo económico y social no sólo de El Campillo, sino de toda la cuenca minera. En 1987 la compañía Río Tinto Minera S. A., ante la caída del precio del cobre en los mercados internacionales, causada por la aparición de nuevos materiales y por la aper- tura de nuevas explotaciones en el Suroeste de Portugal y en el Sureste asiático, procede al cierre de la línea del cobre. Ello provoca el inicio de una profunda crisis en la minería onubense, que pone sobre aviso a toda una comarca que vive exclusivamente de la mina y sobre la que pivotan el resto de los sectores económicos.
El sector servicios, en cuanto a talleres, suministros, etc., tiene una dependencia directa de la compañía minera. También el comercio y la construcción han funcionado vinculados al sistema de dependencia generado por la mina.
Proliferan los pequeños comercios, de carácter familiar, destinados sobre todo a la alimentación, muy diseminados en el núcleo. Los escasos comercios especializados, generalmente minoristas, y las tres entidades financieras existentes se agrupan en el centro, en torno a la Plaza y al Ayunta- miento. Encontramos pequeños talleres de mecánica y carpintería metálica ubicados en las márgenes de la carretera C-421 y una cooperativa textil de mujeres dedicadas a la confección y que tiene por cliente a unos grandes almacenes.
La creación de un pequeño polígono industrial en la carretera comienza a dar sus frutos, con la instalación de algunas pequeñas empresas de la comarca, atraídas por las condiciones favorables y por la existencia de suelo industrial barato.
Además del preocupante paro, tiene especial relevancia el fenómeno de las jubilaciones anticipadas, fruto de las regulaciones de empleo. En general, son trabajadores entre 50 y 60 años, procedentes de la mina, sin formación profesional alternativa, y que por su edad pasan a embolsar el colectivo de desempleados de larga duración. Pero sobre este grupo recae buena parte de la responsabilidad económica, al contar con nóminas y jubilaciones relativamente altas, con la que mantiene a un numeroso grupo de jóvenes en busca de empleo. Por ello se origina una peculiar y alta dependencia familiar.
La Junta de Andalucía, poderes públicos locales, sindicatos y la propia empresa minera comienzan a plantearse posibles salidas a la situación de crisis y promueven las nuevas bases para el desarrollo local y comarcal de la zona. El Campillo y toda la cuenca minera es declarada como Zona de Acción Especial y se crea el Plan Económico de Riotinto. Fruto de los acuerdos, se establece un Plan de Inversión, basado en la incentivación de la inversión privada y en la captación de recursos. Estos trabajos han culminado con la implantación en El Campillo de una industria de derivados del plástico, con una inversión de casi mil millones y que genera la creación de 80 puestos de trabajo directos. Con ello se sientan las bases para la diversificación económica de la zona.
Para atajar los problemas socioeconómicos planteados, tras los sucesivos expedientes de regulación de empleo presentados por la empresa, es necesario la búsqueda de soluciones que pasan por la continuidad de la actividad extractiva y por la diversificación de las actividades económicas en las líneas de aprovechamiento de los recursos endógenos y desarrollo del turismo rural.
El Campillo, por su condición de dependencia de la mina, participa de forma activa, desde el primer momento, en la diversificación económica del tejido productivo comarcal, apostando por la continuidad de la minería, aunque solicitando el desarrollo de nuevos sectores productivos, hasta el momento impensables en la zona. Son los casos del sector agrícola y de la implantación de industrias de transformación, que han supuesto el precedente para el desarrollo de nuevas empresas.
También el conjunto de la cuenca minera ha cobrado un incipiente desarrollo de prácticas turísticas. En este sentido, y a pesar de que El Campillo no cuenta con un destacable patrimonio histórico artístico, sí posee entre sus infraestructuras locales el espléndido Parque de los Cipreses, que en los dos últimos años ha experimentado una importante renovación,reacondicionamiento, embellecimiento y mejora de acceso. Con ello se da cabida y servicio a los numerosos autobuses que diariamente se dan cita, y que encuentran en este paraje uno de los lugares más adecuados para pasar algunas horas de esparcimiento y relax, aprovechando los servicios recreativos y de restauración creados a propósito. De esta manera, El Campillo se ha convertido en un punto importante de recepción de visitas.
Su carácter de municipio mancomunado le hace partícipe de las actividades emprendidas por la Mancomunidad de Municipios Cuenca Minera en lo que se refiere a recogida de residuos sólidos urbanos, gestión de aguas, turismo rural y desarrollo local.
LAS TRANSFORMACIONES AGRÍCOLAS RECIENTES Y LA RÍO TINTO FRUIT
Si a mediados del siglo pasado la sociedad campillera vivía en buena parte de los recursos agropecuarios, con la llegada de la compañía minera de capital inglés se produce una importante transformación, que, entre otros efectos, supuso relegar las actividades agrarias. Pero la crisis de la minería del último decenio y la necesidad de regenerar el anquilosado tejido productivo supusieron poner en marcha un ambicioso proyecto agrícola centrado en el término de El Campillo y que por su magnitud fue ampliado a otras zonas colindantes de Zalamea, Nerva, Minas de Riotinto y Campofrío.
Después de superadas las primeras pruebas experimentales y realizados los pertinentes estudios de viabilidad, se ve factible la puesta en marcha del Proyecto Fénix, consistente en la transformación y puesta en cultivo de árboles frutales sobre una superficie de 3.000 hectáreas. La nueva sociedad encargada de la gestión y ejecución del proyecto, la Río Tinto Fruit S. A., se constituyó a finales de 1988 al amparo de los compromisos de ayudas a la inversión provistos en las reuniones tripartitas entre empresa, sindicatos y Junta de Andalucía. Cuenta con un capital social de 1.066.000.000 de pesetas, suscrito por distintas sociedades, entre las que destaca Río Tinto Minera S. A., con el 32,52 por 100, y varios grupos inversores valencianos y andaluces con amplia experiencia en la agricultura de regadío.
La existencia de una larga serie de observaciones termométricas con más de 100 años de registros diarios, y que se completan con estaciones adyacentes, describen la existencia de un microclima favorable donde el régimen de heladas no se presenta como limitador en cuanto a la duración y frecuencia de éstas. Este factor esencial, junto a la elevada disponibilidad de suelos y las condiciones ventajosas de financiación, a través de subvenciones existentes en la zona, fueron factores determinantes para que, técnica y financieramente, El Campillo fuera la localización idónea para la plantación de cítricos más grande de Europa.
Esta iniciativa cuenta además con la originalidad de no partir de unos factores productivos previos, sino de la detección de unos importantes huecos en el mercado de los cítricos, y en la seguridad de poder obtener producciones fuera de sus temporadas habituales, aprovechando las innovaciones tecnológicas, como la fertirrigación y las bonanzas naturales del medio. Lógicamente, las algo más de 1.000 has. hasta ahora plantadas de cítricos suponen una radical transformación socioeconómica y paisajística.
El carácter minero e industrial de El Campillo y de la práctica totalidad de la comarca sufre un vuelco que se traduce en un cambio de mentalidad y de recursos. El índice de paro de la población entre los grupos más jóvenes, y las escasas posibilidades de encontrar empleo fuera del sector servicios, han propiciado que lo que parecía un cambio traumático en el proceso de desarrollo del municipio, se vea ahora bastante amortiguado. Son muchos los jornaleros que se precisan en las tareas de mantenimiento y recogida de la fruta.
Además, ya existen proyectos inmediatos ligados de forma directa a este nuevo sector hortofrutícola, como son la construcción de una central de envasado y transformación de productos, que se espera llegue a manipular cerca de 100.000 toneladas de fruta, y la construcción de un insectario y laboratorio de experimentación destinado a la lucha biológica contra plagas y a un tipo de producción integral muy demandado en la Europa comunitaria. Sólo el primero de estos proyectos prevé la creación de 100 puestos de trabajo fijos y más de 35.000 jornales anuales.
Estos proyectos, algunos hechos ya realidad, abren la puerta de la esperanza a un pueblo minero que encuentra ahora en la moderna agricultura una alternativa a la crisis de la minería.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CITADAS
DOMÍNGUEZ CORNEJO, M. y DoMíNGUEZ PÉREZ DE LEÓN (1991): Zalamea la Real. Aproximación histórica. Excmo. Ayuntamiento de Zalamea la Real y Consejería de Cultura y Medio Ambiente. Tecnigraphic. Sevilla.
GARCÍA PALOMERO, F. (1980): Caracteres geológicos y relaciones morfológicas y genéticas de los yacimientos_ del anticlinal de Riotinto. Excma. Diputación Provincial de Huelva.
IBERSILVA (1.995) : «El Campillo». Documentación interna, 3 págs.
PEREJIL DELAY, A. (1995): Catálogo de poblaciones mineras fallecidas en la provincia de Huelva. Asociación de Amigos del FF.CC. «Cuenca Minera de Riotinto» (Huelva).
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