COMARCA MINERA DE RÍOTINTO  

     

    

 

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            LA GRANADA DE RÍOTINTO      

Introducción

 

 Es el pueblo de la Cuenca que se sitúa mas al norte de ésta, casi insertado ya en la zona serrana. Se encuentra ubicado en un entorno de dehesas que conforman un paisaje perfectamente integrado con aprove

chamiento forestal y ganado. Es una población eminentemente rural.
    La Granada de Ríotinto posee una extensión de 44 Km2 y 235 habitantes. Constituye elemento de gran interés la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. De la Granada, construída durante el siglo XVI y que no ha sufrido afortunadamente, grandes transformaciones.

 

 

ESTADÍSTICAS ACTUALIZADAS

ALBUM DE FOTOS

 

    La siguiente información ha sido recogida de los fascóculos de los Pueblos de Huelva.- La Granada de Río Tinto.- Editado por AGEDIME, S.L..- Editorial Mediterráneo, para HUELVA INFORMACIÓN S.A., con la colaboración de  de la Excma. Diputación de Huelva, Caja Rural de Huelva y la Empresa Nacional de Celulosas (ENCE) de Huelva.

 

 

De Aldea a Municipio

Un Término de Sierra y Andévalo

Evolución Demográfica

Pilares para el Desarrollo Local

Perspectivas de Desarrollo Bibliografía

 

DE ALDEA A MUNICIPIO

    Son escasos los testimonios históricos acerca de La Granada de Riotinto anteriores al siglo XVIII, motivado por su carácter de aldea dependiente del Cabildo de Aracena y su poca entidad como núcleo de población. Conquistadas estas tierras a los musulmanes en la segunda mitad del siglo XIII, desde entonces la aldea de La Granada perteneció al reino de Sevilla en calidad de tierra de realengo.

    Desde la Baja Edad Media la vida de sus habitantes, y en general para todos los pueblos serranos, no tuvo que ser nada fácil. Los fuertes gravámenes censales, el pago de los diezmos y primicias al priorato de Aracena, de cuya jurisdicción dependía... Ello suponía una pesada carga para la pequeña aldea, caracterizada por una precaria y frágil economía de subsistencia, pero cuya contribución resultaba para el cabildo una interesante fuente de ingresos. Todavía para el siglo XVIII La Granada continuaba siendo una de las 15 aldeas pertenecientes a Aracena. A mediados del siglo XVII aparecen las primeras alusiones directas sobre la aldea. De esta manera, el historiador J. Núñez (1935) nos comenta: «en las postrimerías del siglo xvii les fue donada a los vecinos de Campofrío y La Granada la dehesa de Valdehigueras o de los Bueyes, que aún conservan por mitad, en concepto de bienes comunales».

    Será la propiedad de Valdehigueras la que se erija en protagonista de una parte de su historia, por los continuos contenciosos mantenidos con la población lindante de Campofrío. Esta antigua propiedad comunal fue donada por una moradora al uso común de los vecinos de ambas aldeas. Se dividió en dos mitades, quedando la mitad de cada una de ellas al lado contrario de su demarcación municipal, con la curiosa intención de fomentar las relaciones entre ambas; y es que por estas fechas parece ser que existió una propuesta de unión para los dos núcleos tomando precisa- mente como asentamiento la dehesa comunal de los Bueyes.

    Hacia 1.754 vuelve a surgir el viejo litigio de la titularidad y uso de la propiedad comunal, cuando el ahora «villazgo» de Campofrío, de manera unilateral, procede a vender los frutos de la dehesa prescindiendo de la otra aldea comunera. Ello motivó una disputa, que acabó en la Audiencia de Sevilla y que no se resolvería hasta 1773, con distintas suertes según los momentos. El último fallo de los contenciosos planteados fue favorable para los vecinos de La Granada, ante la osadía del pueblo vecino de declarar para los suyos la libre entrada del ganado en la finca durante cualquier época del año, sin contar con la otra parte y en perjuicio directa de ésta. Actualmente, la dehesa de Valdehigueras continúa siendo propiedad de ambos municipios, aunque ha quedado delimitada la superficie que gestionará cada Ayuntamiento.

    Con la desamortización de Mendizábal, en 1835, el poder y las funciones ejercidas por la Iglesia comienzan a perder importancia. Paralelamente, la valoración social de esta institución, en sus aspectos socioeconómicos, desciende considerablemente. Nuevas teorías liberales se abren paso, en oposición al tradicionalismo del clero, muy arraigado en los medios rurales. De esta manera, este fenómeno también tuvo su repercusión en este pequeño municipio. Fueron subastadas propiedades de la Cofradía de las Animas, que poseía algunas hectáreas de tierras ocupadas por encinas y algunos cultivos, y las propiedades de la iglesia de Nuestra Señora de La Granada y parroquia, con sus fincas de encinas y de alcornoques.

    En conjunto, llegaron a representar unas 5.040 hectáreas. (J. M. Lasso, 1990), y un global de 14 fincas cambiaron de manos. Este acontecimiento debió de ser trascendental en la vida social de este pueblo, sobre todo si tenemos en cuenta el poder y el papel dinamizador para la economía del pueblo que hasta entonces ejercían algunas hermandades y cofradías, a través de los arriendos y subasteos, y cuyos resultados repercutían en mayor o menor medida entre los vecinos del pueblo.

    Para mediados del siglo XIX, Pascual Madoz hace referencia a la economía de La Granada: «La producción principal y casi exclusiva de este pueblo es la bellota, con la que se ceba bastante ganado de cerdas; también se coge, aunque en cantidad muy corta, algún grano y legumbres; hay ganado lanar y cabiío, que aprovecha los muchos pastos del terreno, y caza de conejos y perdices.»

    A partir de la segunda mitad del siglo XIX el devenir histórico de La Granada de Riotinto queda ligado a la minería de la Cuenca de Río Tinto, al ser partícipe, aunque sólo indirectamente, de la vida social, política y económica de la nueva transformación que sufriría la comarca tras la venta de las minas a la compañía inglesa. Sus dehesas suministraron leña para las calcinaciones del mineral y sus hombres compaginaron la cría del ganado con el trabajo remunerado de la mina. Actualmente queda en el recuerdo la dependencia de la mina.

    La tradición oral «alfillanca», en relación con el origen del nombre de la población, cuenta que data de la época de la conquista, llevada a cabo por Alfonso X, quien colocó en la primigenia aldea la figura de Nuestra Señora de la Granada, dando nombre a la población «La Granada Vieja».

    Siglos más tarde, coincidiendo con la presencia inglesa en Riotinto, uno de los alcaldes de la villa, empleado en la entonces compañía minera Riotinto Company Limited, decidió añadir el topónimo de «Riotinto», con el que se completa de forma definitiva su actual denominación de La Granada de Riotinto. Las razones esgrimidas para este cambio, hoy poco entendido por sus actuales vecinos, aludían a continuas confusiones con Granada capital, sobre todo en los envíos postales. Aunque en el comentario popular se presume que debieron de existir otras razones.

    Sin embargo, la opinión general de algunos conocedores locales de la historia hace referencia a que su nombre original fue «La Adelfilla», en alusión a una antigua fuente de la que se dice era punto equidistante entre los tres primitivos asentamientos en torno a la cual se concentraría el núcleo definitivo que hoy conocemos. Es precisamente con una derivación de este nombre popular con el que los vecinos del pueblo gustan identificarse, tomándose como gentilicio el de alfillancos, en lugar de otros que pudieran resultar más afines a su nombre original. De hecho, es común en los pueblos vecinos referirse a La Granada de Riotinto con el topónimo deformado de la «Alfilla».

UN TÉRMINO DE SIERRA Y ANDÉVALO

    Desde el punto de vista geográfico, su encuadre comarcal presenta ciertas dificultades. Por su situación y sus características físiconaturales, es un municipio propio de la Sierra, pero por su vinculación económica y administrativa a la Cuenca Minera de Riotinto y el hecho de no formar parte del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche se convierten en factores que le colocan como el municipio más septentrional del Andévalo Oriental. De todas formas, La Granada es un municipio que ocupa un espacio transicional difícil de definir, que con su eclecticismo enriquece a una unidad natural como es el Andévalo.

    Su término municipal tiene una extensión de 4.470 hectáreas y el núcleo principal se halla a 435 metros de altitud y a 90 kilómetros de la capital onubense. Sus límites administrativos resultan bastante claros, facilitados por su peculiar forma cuadrangular. Su término linda, por el Norte, con Aracena e Higuera de la Sierra; al Sur, con Nerva, y al Oeste, con Zufre y la provincia de Sevilla; quedando al Este el municipio de Campofrío.

    La transicionalidad territorial le permite compartir unidades paisajísticas de la Sierra y del Andévalo onubenses. El factor topográfico determina dos unidades básicas, la pri- mera localizada en el centro del término, y al Norte y al Sur del mismo la segunda formando una orla envolvente:

    La zona central forma una falsa llanura a modo de semivaguada, cubierta casi por completo por encinas y alcornoques. Es en este espacio donde se ubica el núcleo de población, recreando un espléndido paisaje serrano, dominado por las grandes dehesas.

    Las zonas septentrional y meridional del término municipal presentan las mayores alturas, con cotas cercanas a los 650 metros y donde destacan las Sierras de La Gata, Puerto La Chaparra, El Pino, Sierra del Medio, La Pierna del Venado, etc. Forma una orla de montes y sierras revestidas de vegetación mediterránea, manchada por algunas repoblaciones de pinos y eucaliptos localizados en las monteras de los cerros, mientras que el matorral mediterráneo y el encinar ocupan el resto del territorio.

    El origen geológico se remonta a la era paleozoica, afectados por la orogenia herciniana, hace más de 250 millones de años. Dominan las pizarras, grauvacas y algunos afloramientos volcánicos antiguos del tipo riolita. Ello origina suelos pobres, escasamente aptos para la agricultura, pero con una gran vocación forestal. Pascual Madoz (1845) escribe que su «terreno es casi todo pedregoso e improductivo, siendo tan sólo a propósito para el arbolado de encina».

    No podemos olvidar que forma parte de la orla periférica de la conocida Faja Pirítica del Suroeste peninsular; aunque en su término no se encuentre ninguna explotación minera, se han hecho algunas prospecciones geomineras con la esperanza de poder explotar algún mineral. La Granada de Ríotinto posee un clima mediterráneo- oceánico, con un acentuado factor continental de sus rasgos térmicos. A pesar de no existir en su término municipal estaciones termopluviométricas, por cercanía con otros pueblos que sí la poseen se estiman unas precipitaciones medias que rondan los 750 mm. anuales, lo que se acerca mucho a los registros de la Sierra onubense. Las lluvias se concentran en los meses de invierno y otoño, aunque también suelen ser copiosas en la primavera.

   La temperatura media es de 17ºC, siendo la media del mes más frío inferior a los 10ºC, de media. Durante el invierno se producen frecuentes heladas, que se acentúan en las umbrías y algunos fondos de valle. El verano térmico comienza a finales del mes de mayo, primeros de junio, dejando sentir sus rigores durante los meses de julio y agosto, con medias de 25-26ºC, pero donde las máximas absolutas llegan a sobrepasar en ocasiones los 40ºC. Durante estos meses estivales la ribera de la Adelfilla, la Ribera de las Majadillas y el barranco Grande están prácticamente secos; tan sólo la cabecera del rio Odiel, y gracias a la aportación que recibe del Vánegas, discurre con una cierta continuidad.

    Su red hidrográfica es poco densa y tupida, formada por numerosos arroyos y pequeñas torrenteras que presentan un marcado carácter estacional. Coinciden los momentos de fuertes crecidas con los meses invernales de elevada precipitación, que continúan con fuertes estiajes en los meses de verano. La escorrentía de este término municipal se organiza en torno a dos cuencas: la del Odiel, al Norte, y la del Tinto al Sur-Sureste del mismo. La divisoria de aguas de ambas cuencas queda delimitada en buena medida por la propia carretera comarcal H-5012. Precisamente en este término tiene lugar el nacimiento del río Tinto.

    La vegetación natural de este espacio está constituida básicamente por el encinar, en un buen estado de conservación, al que se unen los pastos y el matorral mediterráneo. Estas especies, a veces entremezcladas, forman el típico paisaje de dehesas. Ofrecen madera, corcho, alimentos para el ganado porcino y vacuno y un uso cinegético. También se encuentran algunas explotaciones madereras de eucaliptal.

EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y POBLAMIENTO

    La primera referencia de la población de La Granada de Riotinto se remonta al censo de Ensenada de 1752, siendo aún aldea de Aracena, cuando contaba con 50 vecinos, poco más de 200 habitantes (Núñez Roldán, 1987). Esta población se vería incrementada de forma notable en los siguientes años hasta finales del siglo XVIII. El crecimiento vegetativo de la población del Andévalo, y que afectaría positivamente a La Granada, es interpretado por el historiador Núñez Roldán como una respuesta cíclica a las buenas cosechas de cereal obtenidas durante esos años, aunque otros autores han añadido como consustancial la fuerte emigración portuguesa acontecida durante esas fechas y que tuvieron como uno de sus puntos de destino la Sierra y el Andévalo onubenses.

    Durante el primer tercio del siglo XIX la población llegó a multiplicarse, alcanzando los 111 vecinos, aproximadamente 440 almas (Madoz, P., 1845), que se distribuiría en dos zonas: un núcleo principal provisto de 73 viviendas, y tres barriadas que sumaban 43 casas. Esta población volvería a experimentar un fuerte incremento en las siguientes décadas, coincidiendo con la expansión minera de la Cuenca de Riotinto, alcanzándose los 603 habitantes en el censo de 1877. A partir de esta fecha el aumento es muy moderado llegándose a 1900 con 615 habitantes, que se convierte en el máximo histórico jamás logrado por La Granada de Riotinto. En el primer decenio del siglo XX, las condiciones demográficas sufren un vuelco radical respecto a su dinamismo anterior, invirtiéndose los términos de crecimiento. Muy pronto, se experimenta una fuerte recesión demográfica; y esta pérdida de hombres y mujeres no cesaría hasta la década de los 60.

    Las enfermedades epidémicas de inicios del siglo, las migraciones y la Guerra Civil diezmaron una población que hasta entonces había ido en progresivo aumento. Para 1950 encontramos una población de 350 habitantes, la mitad de los habidos medio siglo antes. Pero el crecimiento y las expectativas económicas de la Cuenca Minera en los años 50 supusieron abrir una puerta a la recuperación, contabilizándose un moderado aumento demográfico. Pero no duraría mucho, y unos años después se entra de nuevo en una etapa de recesión demográfica. Aparece el fantasma de la emigración, especialmente grave en la década de los 70.

    La mayor atracción de los centros industriales ubicados en otras zonas del país y la creación del Polo químico-industrial de la capital onubense empieza a absorber mano de obra procedente de las zonas rurales. Ello se une a la falta de expectativas de un pueblo aislado geográficamente y con una economía de subsistencia basada en una pobre agricultura y una ganadería extensiva. Este conjunto de factores fueron especialmente sentidos en el frágil entorno socioeconómico de La Granada. El resultado fue que muchos jóvenes marcharan de su tierra, buscando nuevas oportunidades sociales y laborales. Con ello hipotecaban el crecimiento demográfico del pueblo para el futuro, no sólo por los que salieron, sino también por los no nacidos. En el censo de 1981 se alcanza un mínimo histórico, 210 habitantes. Pero desde entonces, agotadas las posibilidades de emigrar en masa a otras zonas, la población permanece casi estacionaria e incluso aumenta ligeramente. De esta manera, para 1995 la población de derecho de La Granada de Riotinto es de 230 habitantes, distribuidos en un 48,8 por 100 de población masculina y en un 51,2 por 100 para la femenina.

    Si se analiza la dinámica demográfica acontecida en los últimos años, comprobamos que se ha pasado de unas cifras de crecimiento demográfica muy negativas, del – 4,29 por 100 en los últimos años de la década de los 70, a una tasa del – 0,89 por 100 entre 1981-1986, para finalmente alcanzar un índice positivo del 2,17 por 100 en la segunda mitad de los 80, algo superior incluso a la media provincial.

    El saldo entre nacimientos y fallecimientos es igual a cero, por lo que esta nueva dinámica se debe fundamentalmente a los retornos de antiguos emigrantes, con un saldo positivo de 28 personas en el último sexenio. No obstante, las perspectivas de futuro no son demasiado alentadoras, por la falta de expectativas laborales para los más jóvenes y cualificados. De nuevo buscan en Sevilla o Huelva el desarrollo profesional de sus estudios. Y este aspecto se está dejando sentir ya por sus influencias demográficas y socioeconómicas.

    Como en tantos otros pueblos, se asiste a un progresivo envejecimiento de la población. Los mayores de 64 años representan un 20,5 por 100, y los menores de 15 años, un 16,5 por 100. En la pirámide de edad se puede observar una importante muesca en las edades adultas intermedias que se explica por la fuerte emigración acontecida hace unas tres décadas. Asimismo se constata una reducción de los grupos de edad jóvenes, que se explica por la reducción de la fecundidad.

    Los niveles de instrucción son bajos en referencia a la media provincial. Sin embargo, el porcentaje de analfabetos es bastante reducido, inferior al 5 por 100, afectando a los sectores de edad más avanzados. Pero es significativo el alto índice de habitantes sin ningún tipo de formación reglada, que supera el 50 por 100 de la población, muy superior al 30 por 100 de la provincia de Huelva. Los porcentajes vuelven a desfavorecer a La Granada en cuanto a estudios secundarios y superiores.

    Este escaso peso poblacional, unido al tamaño notable, 44,7 km provoca una escasísima densidad de población, de 5,3 hab./km , muy por debajo de la media provincial. Esta población se halla totalmente concentrada en el único núcleo existente, con 113 viviendas de un total de 118.

    La emigración y el despoblamiento de años atrás también han tenido su reflejo en el casco urbano del pueblo, donde se ha producido el cierre de muchas viviendas. Este hecho ha traído pareja, en ciertas ocasiones, la desaparición y transformación posterior de algunos de sus elementos arquitectónicos más significativos y que formaban parte de la identidad de La Granada; es el caso de algunas fachadas y portales típicos. Estas casas, que permanecen deshabitadas durante la mayor parte del año, terminan siendo vendidas o modificadas en su estructura original, al cambiar sus usos, para convertirlas en residencias de fines de semana o de períodos vacacionales. En ocasiones son divididas, por los propietarios herederos, en dos mitades simétricas, rompiéndose su tradicional distribución, que se caracterizaba por las amplias dimensiones de sus habitaciones y salones.

    Nos encontramos con un pueblo de casas blancas, encaladas y muy limpio. No cuenta con elementos arquitectónicos especialmente interesantes por su valor artístico, tan sólo es de destacar las ruinas de una antigua ermita de estilo mudéjar situada en la zona conocida como «La Granada Vieja», y su iglesia parroquial, consagrada a la patrona Nuestra Señora de La Granada.

    En los últimos años se ha venido realizando, auspiciada por el Ayuntamiento, la recuperación de una antigua tradición, muy arraigada en los pueblos de la Sierra, como es el empedrado tradicional de las calles, y que prácticamente había desaparecido en esta localidad. Hoy podemos ver recuperado este tipo de pavimentación en torno a la Casa Consistorial.

    Los vecinos de La Granada de Riotinto se saben gente amable y sencilla, ocupados en sus tareas cotidianas del campo. Sus mejores días se los dedican a su patrona el 15 de agosto. La procesión de la Virgen y el baile son los actos más destacados de la festividad, en torno a la cual se reúnen vecinos y visitantes. Estas fechas son normalmente aprovechadas por muchos de los «alfillancos» que emigraron para reencontrarse con sus familiares y amigos, palpándose aires festivos y alegres en el pueblo. Un segundo momento importante en su ciclo festivo es «el día de la Pura», como coloquialmente se le conoce en el pueblo al día de La Purísima Concepción, celebrada durante los primeros días del mes de diciembre. De nuevo las calles se engalanan para la procesión y se aprovecha para apurar las últimas chacinas de la temporada con los familiares y amigos. Finalizadas las fiestas, los «mayordomos» elegidos comienzan su trabajo de organización y recaudación de los fondos nece- sarios para el año siguiente. Lamentablemente, es una costumbre asociativa que empieza a perderse, recayendo la responsabilidad de la organización, la mayoría de las veces, en manos del Ayuntamiento.

PILARES PARA EL DESARROLLO LOCAL

    El sector agrario ha sido históricamente la principal actividad económica del municipio, junto al aprovechamiento ganadero, auspiciado por las excelencias de sus condiciones naturales y por la autosuficiencia generada por un sistema agrosilvopastoril desarrollado en torno a la dehesa. Todavía la población dedicada a estas labores representa el 64 por 100 de la población activa, algo más del doble que la media provincial.

    El beneficio de los recursos ganaderos en base a la montanera, los pastos otoñales y primaverales, el uso del carboneo como práctica económica y recurso energético y la complementariedad de una agricultura marginal, orientada hacia el cereal, el olivo y los productos de la huerta con los que cubrir las necesidades más perentorias, eran los pilares de una economia primaria de subsistencia. Este sistema entra en crisis desde finales del siglo XIX, generando desequilibrios y deficiencias que, aunque generalizados a toda la economía serrana, empezaba a exigir transformaciones que no tenían visos de producirse. Todo este fenómeno de involución terminó con el anquilosamiento de las estructuras productivas existentes, que caminaban a «paso cambiado» con la evolución de los tiempos.

    La actividad agrícola tiene escasa presencia y se reduce a unas 150 hectáreas, el 3 por 100 de la superficie total. Además, su producción está enfocada principalmente a productos que sirvan de alimento al ganado, especialmente forrajes. Dadas las condiciones del clima y la dificultad de los terrenos, los cultivos hortícolas han disminuido respecto a tiempos pasados.

    La ganaderia desde tiempos inmemoriales ha sido, en el entorno de la dehesa, una de las actividades de más tradición y solera entre los habitantes del pueblo, sobre todo en el sector porcino, que se ha visto afectado en los últimos tiempos por fuertes reveses debido a la caída de los precios, las enfermedades endémicas del cerdo y el alto coste de los piensos de complemento. Ello ha provocado, durante algunos años, que estas explotaciones se convirtieran en una ruina más que en una actividad de la que poder vivir. Como consecuencia, ha aparecido una progresiva disminución en la cabaña porcina, aunque todavía existe una carga ganadera, en término relativos, mayor que la media provincial.

    En cambio, especies como la cabra y la oveja, mucho más rústicas y adaptables, progresan. Su facilidad para aprovechar la rastrojera, el ramón de poda, los pastos marginales, junto a la reciente política de subvención comunitaria, que especialmente favorece a la cabra, ha hecho que se dispare el número de cabezas, formándose una cabaña que supera las 5,65 cabezas por hectárea (I.N.E., 1991), lo que le convierte en el mayor productor caprino de la comarca.

    Prácticamente la totalidad del término municipal tiene un aprovechamiento forestal. En esta masa arbórea destaca el encinar, con unas 2.250 hectáreas y, a gran distancia, los eucaliptos, con 1.250 hectáreas. Son variados los aprovechamientos que tradicionalmente el hombre ha obtenido del bosque. El carboneo era otra de las prácticas económicas más generalizada entre la población de La Granada, que ocupaba a un importante número de vecinos. Varias veces en semana recuas de bestias eran cargadas de carbón y algunos productos de la huerta y se dirigían a los núcleos mineros de Nerva y Riotinto a vender el carbón y las berzas en el mercado. Hoy esta práctica ha pasado a ser una actividad relicta y marginal, al ser sustituido progresivamente el carbón como elemento calorífico por otras tuentes de energía más limpias y modernas.

    Similar trayectoria tomaron otras actividades, como la saca de corcho o la elaboración de productos agroalimentarios, prácticas hoy desaparecidas entre las ocupaciones de la población. La matanza del cerdo se ha quedado reducida al ámbito familiar y de autoconsumo, pero convirtiéndose en una parte importante de las economías domésticas, aunque no se contabilice en la renta anual, al permitirles una cierta disponibilidad de alimentos para todo el año. La saca del corcho presenta una situación muy parecida: se continúa realizando cada 8 ó 9 años y su actividad supone una «pequeña cartilla de ahorros» que se hace efectiva con cada período de saca. Aquellas cuadrillas de corcheros organizados, de cortadores, sacadores, cargadores, etc., han desaparecido como ocupación principal, a pesar de que continúan existiendo importantes extensiones de alcornoque.

    El Catastro de la propiedad rústica ofrece la presencia de 115 propietarios en 3.150 hectáreas catastradas (Márquez, J. A., 1995). Los propietarios de menos de 1 ha. suponen un 28,6 por 100 del total, aunque estas pequeñas propiedades representan un insignificante 0,1 por 100 de las tierras Las también pequeñas propiedades entre 1 y 5 has. suponen un 42,9 por 100 de los propietarios y un 1,2 por 100 de la superficie. Estas tierras están muy repartidas entre la mayor parte de los vecinos, soliendo tener como usos el agrícola, principalmente pequeñas huertas de autoconsumo. Apenas existen propiedades intermedias, y en un gran salto se pasa a las grandes propiedades mayores de 200 has., 11 en total, pero que representan nada menos que un 98 por 100 del término. Corresponden, especialmente, a usos agroforestales de dehesas.

    No existe en el municipio actividad industrial alguna, apenas se dedican a la misma unas 10 personas. Sus últimos testimonios desaparecieron en la década de los 70, cuando aún podían contarse cuatro panaderías, un matadero artesanal, un almacén de corcho, algunos artesanos y hasta siete bares.

    Como núcleo rural y pequeño, su actividad comercial es mínima. Hoy tan sólo queda un bar con carácter permanente y un comercio minorista. El sector terciario o de servicios sólo está representado por un 14,6 por 100 de la población activa, unas 13 personas. Entre los servicios públicos existentes, el pueblo cuenta con un consultorio médico con asistencia de un día por semana, una escuela de reciente construcción y un importante parque infantil en vías de terminación.

    Actualmente, la base económica de los vecinos de este pueblo reside en el Plan de Empleo Rural, los Planes de Choque existentes en la Cuenca Minera y los jornales forestales en labores de limpieza del monte, entresaca y siembra. Todo ello se complementa con la economía marginal que proporcionan las pequeñas huertas y el engorde de algún ganado para el autoconsumo. Se trata de sumar poco a poco activos a las economías familiares, muy afectadas por el desempleo.

    La tasa de desempleo en el municipio, aunque varía según las épocas del año y de los jornales que el Ayuntamiento obtiene del P.E.R. para sus vecinos, afecta a más del 60 por 100 de la población activa, uno de los índices más altos de toda la provincia, y además su evolución no es nada favorable, lo que se convierte en la máxima preocupación de todos. Sin embargo, la gente sale para adelante valiéndose de la economía sumergida que proporciona el campo.

    Ciertamente los indicadores de desarrollo manejados no favorecen en nada a La Granada de Riotinto si se comparan con las medias provinciales, y que afectan especialmente a los bajos niveles de renta y los altos porcentajes de paro. Pero, a pesar de la crisis por la que atraviesa el municipio, sus habitantes son conscientes de que esta situación es un hecho cíclico, resistiéndose a doblegarse, sabedores de que los recursos con los que cuenta son importantes y que se basan en sus características naturales y en la optimización de sus activos tradicionales.

PERSPECTIVAS DE DESARROLLO

    Su pertenencia a la Mancomunidad de Municipios Cuenca Minera le hace partícipe y beneficiario de las actuaciones que en materia de desarrollo, abastecimiento de agua y servicio de recogida de basuras viene llevando a cabo este organismo desde su creación a principios de los 90. Esta participación activa, de carácter supramunicipal, le ha supuesto en los últimos años un aliviadero importante en materia de empleo y en temas de desarrollo local, en cuanto a programas puestos en marcha para la comarca: Programas de Formación Ocupacional, Iniciativa Comunitaria Leader o, más recientemente, la segunda fase del Plan de Choque y el inminente Plan de Industrialización. Ello ha generado que sea el Ayuntamiento granadino la principal empresa de la localidad.

    La Granada de Riotinto ha sabido apostar por su desarrollo, uniéndose a las estrategias de desarrollo comarcal, en base a la diversificación económica y a la potenciación de sus recursos endógenos. Ello ha supuesto terminar con uno de sus problemas seculares, cual era el aislamiento económico. A su vez, el acondicionamiento de la carretera que le unía con la Cuenca Minera, vía Campofrío, y con la Nacional 435, le salva de su otro aislamiento tradicional, el geográfico. De esta manera, hoy está muy bien comunicada con la Sierra, Sevilla y la capital onubense. Este hecho ha sido entendido por el pueblo como un incentivo más de cara a su pronta recuperación económica. Sin embargo, los vecinos continúan reivindicando el adecentamiento de la antigua carretera que les unía con Nerva y que hoy se encuentra prácticamente intransitable.

    Una de sus fortalezas radica en el sector ganadero dedicado a la cría del cerdo ibérico, que ya ha pasado sus peores momentos. Las nuevas perspectivas comerciales abiertas en el último año en torno a la comercialización de sus derivados, tras la focalización de la peste porcina africana, y que pueden tener un buen mercado en la Unión Europea y Norteamérica, además de la deseada aparición de la denominación de origen «Jamón de Huelva», han levantado unas expectativas halagüeñas para la recuperación del sector. Ello va a incidir en un aumento en la producción porcina, aprovechando la idoneidad de su entorno ambiental y las excelencias de su masa forestal. Quizás, queden para más largo plazo los procesos de comercialización y distribución de la producción. Se trataría de aprovechar las sinergias, de la mejora de la imagen de la Sierra onubense y la apertura de su producción a los mercados internacionales. La Granada de Riotinto tiene aquí la posibilidad de jugar un papel relevante, que repercutiría, sin duda, en un aumento sustancial de sus condiciones socioeconómicas.

   Otra de las potencialidades del municipio viene de la mano de una intensificación del aprovechamiento cinegético, que aconseja la necesidad de una ordenación del sector en la zona, no sólo a nivel municipal, sino en el ámbito comarcal. Hasta ahora el uso que se ha hecho de este recurso ha sido muy parcial, estando enfocado más como actividad deportiva y de ocio que como un recurso económico. Para superar la infrautilización de este poderoso activo económico se precisaría de una serie de servicios integrados supramunicipales, que canalizara parte del valor añadido generado por esta actividad hacia la localidad.

    Otro recurso más, importante por su extensión y calidad de los mismos, es el sector forestal en todas sus amplias facetas. No olvidemos que del mismo surgen unos 4.500 jornales, según fuentes de Ibersilva (1995). El cultivo del pino, del eucalipto como cultivo de especies madereras y papeleras, además de la optimización del sector corchero y su comercialización, en base a su calidad, son hoy por hoy un recurso mal aprovechado del que tan sólo se obtiene una pequeña renta cada 8 ó 9 años y un puñado de jornales en la madera. Es necesario recordar que el 97 por 100 de la superficie municipal tiene una clara vocación forestal.

    Una de las vertientes socioeconómicas, referida sobre todo al encinar, hasta el momento prácticamente inexplotada, es su valor paisajístico y ecológico. Nos encontramos con los entornos paisajísticos y ecológicos mejor conservados de toda la comarca minera. Fruto de su saber hacer, la explotación y la conservación del bosque abierto mediterráneo ha permanecido en perfecto equilibrio. La Granada de Riotinto es un buen modelo ecológico a seguir, para el mantenimiento y conservación de la Naturaleza.

 

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CITADAS

Ávila FERNÁNDEZ, D. (1981) : Campofrío: una forma de vida entre la sierra y la mina. Instituto de Estudios Onubenses, Huelva.

IBERSILVA (1995): «La Granada de Ríotinto». Documentación interna, 3 págs. JUNTA DE

ANDALUCÍA (1.993): Programa Operativo del Norte de Huelva. Consejería de Industria, Comercio y Turismo, Sevilla.

MADOZ, P. (1845): Diccionario geográfico-estadístico-histórico, Huelva. Diputación Provincial de Huelva.

MÁRQUEZ DOMÍNGUEZ, J. A. (1995): Propiedad y distribución de la tierra en la provincia de Huelva. Caja Rural de Huelva, San Juan del Puerto.

NÚÑEZ y NÚÑEZ, J. (1937): Apuntes históricos dela Villa de Campofrío. Aracena.

NÚÑEZ ROLDÁN, F. (1 987). En los confines del reino: Huelva y su tierra en el siglo XVIII. Universidad de Sevilla.

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