La siguientes es una clasificación de algunas de las
victimizaciones que surgen con las drogas y su criminalización, de acuerdo al
modelo seguido por el Dr. Elías Neuman.
Victimización primaria: la victimización primaria o intrínseca
es independiente de la criminalización de ciertas conductas hacia las
drogas. Se relaciona de modo directo, respecto del usuario, el consumidor
más o menos habitual y el adicto con la naturaleza química de la droga y
las consecuencias, que incluyen enfermedades, que se pueden producir en el
campo de la conciencia y el organismo. En otras palabras, es la
victimización que opera sobre las personas que consumen substancias que
alteran la conciencia, y se debe, aunque no siempre ocurra del mismo modo, a
los efectos que producen sobre la salud biológica, psíquica y moral, en
especial cuando esa dependencia es manifiesta y continua.
Victimización secundaria: puede subdividirse en:
Estigmatización social: desde la comunidad social, emerge un severo
estigma que señala con dedos de fuego y rotula, como producto de un
estereotipo enclavado en el inconsciente colectivo, ligando al
consumidor con la delincuencia. Muchas personas han sido llevadas a la
creencia, que ciertos medios acrecientan, de que se delinque con las
drogas y no por las drogas o para lograr droga.
Esta victimización se moldea con motivo de la criminalización de
ciertas conductas (tenedores o poseedores, usuarios, adictos, mini traficantes,
facilitadores, etc.) que, según se ve, resultan víctimas del
traficante y de su séquito. Es una nueva -o paralela- victimización
que no depende del efecto de las drogas.
La ley que crea delincuencia: entre los cuestionados logros de la
normativa penal relacionada con las dragas, se ha logrado victimizar a
los seres más inertes e indefensos de lo que podríamos denominar, por
comodidad de lenguaje, organización criminal-victimal. A dos extremos;
por un lado, a los sembradores, cultivadores y recolectores del
cáñamo, la coca y la amapola, y, por el otro, a los usuarios,
tenedores, consumidores, adictos de las drogas vegetales. Los más
débiles de la escala del negocio.
En un país como Argentina, en donde el suicidio (o su tentativa) no es
punible y en que tampoco lo es la auto lesión, se advierte la
incongruencia de que la tenencia de drogas aun opera propio consumo y el
mini tráfico, también para el propio consumo o el suministro a título
gratuito, son pasibles de gravísimas penas corporales.
Ver fallos Colavini, Bazterrica y Moltalvo para ver la postura de la
CSJN acerca del art. 19 de la CN (los actos privados de los hombres que
no ofendan el orden ni la moral pública) y las drogas.
Lanzamiento del adicto hacia otros delitos: al tratar como
delincuentes, legal, judicial y socialmente a las víctimas del
traficante y su cohorte, se inflige una nueva victimización secundaria,
porque quienes de ese modo son visualizados debilitan frenos
inhibitorios con respecto a la criminalidad. Como si se les generara una
suerte de capacidad para intervenir en nuevos delitos, no tradicionales,
ajenos a la droga. Es que al considerarse delictivas sus actitudes, al
decretárselos delincuentes, se los sella con una mácula. Ya son
transgresores de la ley.
Efectos de la victimización en la ejecución de la ley: los modos que
asumen la aplicación de las leyes antidrogas sirven para una
victimización se seres inertes. Bajo el pretexto de disuadir, fomentan
sirviendo a la legitimación y reproducción del sistema.
Es en la realidad cotidiana de la ejecución de la ley donde se advierte
la mayor victimización y las historias vivas, palpables, que las
enmarcan.
La ley comienza a ejecutarse con al intervención policial cuya actitud
frente al consumidor es, en general, de absoluta falta de respeto a su
persona y a su situación. Sólo interesa la búsqueda de la red para
investigar el negocio. Luego la intervención judicial ha creado en
nuestro país delitos de mera actividad y peligro abstracto para
enmarcar jurídicamente la responsabilidad penal. Delitos sin sustancia
humana, donde queda graficado que no son las motivaciones del consumo o
la franca adicción que el imputado deseo o quiera argüir lo que
interesa, sino que verbos va a conjugar al momento de su declaración
indagatoria: tener, poseer, usar, consumir, facilitar, suministrar,
distribuir... Y el reconocimiento de la droga que se la ha secuestrado.
Después llegará la cárcel, depósito antinatural y triturador de la
identidad humana.
Al consumidor, que se debate entre abrumadoras tensiones y angustias, se
la suman con la aplicación de la ley mayores tensiones y angustias y, a
mayores tensiones y angustias, ¡mayor necesidad de drogas!. Se
establece un juego de retroalimentación que, por una parte, victimiza
ferozmente y por la otra, en vez de disuadir, fomenta y consolida el
negocio.
Victimización terciaria o supranacional: existe una victimización
supranacional, con motivo de las drogas, que incide directamente sobre la
soberanía política o institucional de los países periféricos del capital
mundial, que deteriora la identidad de las naciones y lleva a una mayor
dependencia de los pueblos. Ejemplos de esta victimización resultan la
llegada de expertos marines y armamentos de todo tipo, las políticas
de fumigaciones, las invasiones a territorios, la "certificación"
que los países productores de drogas deben obtener anualmente de los EE.UU.
a fin de evitar sanciones económicas, la imposición de leyes federales
estadounidenses a terceros países (recordar caso Álvarez Machain), etc.
Los electorados, y los gobiernos cambian de opinión sobre cómo tratar las
actividades que ellos reprueban. Antes, los gobiernos solían prohibir los
juegos de azar; ahora, muchos administran sus propias loterías. Por
Las drogas ilícitas de hoy fueron específicas en el siglo XIX. Tanto en
Europa como en los Estados Unidos, la morfina y el opio eran de venta libre. A
los bebes victorianos los sedaban con el Godfrey's Cordial, que contenía opio.
Los medicamentos para el resfrío común eran a base de cocaína. Cuando las
autoridades de Atlanta prohibieron la venta de bebidas alcohólicas, John
Pemberton, fabricante del elixir French Wine Coca, desarrolló una versión sin
alcohol pero con rastros de coca, y creó así la bebida sin alcohol de mayor
venta mundial. En cuanto a la marihuana, se cree que la reina Victoria la usaba
para calmar sus dolores menstruales.
Lejos de oponerse al tráfico de drogas, los británicos y norteamericanos
del siglo XIX lo promovieron en forma notoria. En 1800, el gobierno imperial de
China prohibió la importación de opio, que, de antiguo uso como antidiarreico,
recientemente había sido "ascendido" al consumo placentero. Los
mercaderes británicos lo introdujeron de contrabando para contrapesar sus
compras de té chino. Al confiscar las autoridades locales una gran cantidad de
droga, Gran Bretaña envió sus cañoneras, respaldada por Francia, Rusia y los
Estados Unidos. Intimidada, China legalizó la importación de opio.
Los
esfuerzos iniciales por extirpar el consumo interno de drogas poco tuvieron que
ver con la preocupación por la salud. Una de las primeras leyes federales
norteamericanas contra los fumadores de opio, sancionada en 1887, respondió a
la agitación pública contra los culis chinos llevados a California para
tender vías férreas y trabajar en las minas. La ley prohibía la importación
de opio a los residentes chinos y la autorizaba, en cambio, a los ciudadanos
norteamericanos porque el impuesto que la gravaba era una buena fuente de
ingresos para el erario. Quienes redactaron la ley Harrison, de 1914, la primera
de alcance nacional que prohibía los narcóticos no medicinales, manipularon el
temor a los "negros ávidos de sexo, enloquecidos por las drogas". Un
hecho tiñó la campaña contra la marihuana de los años 30: el primer zar
antidrogas, Harry Anslinger, fue nombrado por Andrew Mellon, secretario del
Tesoro y tío de su esposa. Mellon era, además, banquero de DuPont. Las ventas
de cáñamo amenazaban los intentos de la empresa por construir un mercado para
las fibras sintéticas. Difundir historias terroríficas acerca de la Cannabis
sirvió para crearle mala fama al cáñamo. La indignación moral siempre es más
efectiva cuando la respaldan algunos intereses creados.
El “fracaso” de la ley que penaliza la
tenencia de drogas para consumo personal fue denunciado por una entidad civil
presidida por un juez en lo criminal. La Asociación de Reducción de Daños
formuló su advertencia en línea con las recomendaciones de la reciente
Conferencia Mundial de Sida en Barcelona –una de las principales vías de
transmisión de esta enfermedad es el compartir jeringas–, y señaló que la
estigmatización del adicto “le impide conseguir trabajo en un país como la
Argentina, donde la desocupación llega al 20 por ciento”.
A una década de vigencia de la ley que castiga el consumo, “no se necesita
demasiada sagacidad para advertir su fracaso”, según el comunicado de la
Asociación de Reducción de Daños de la Argentina (ARDA), cuyo presidente
honorario es el juez Martín Vázquez Acuña, que a su vez preside el Tribunal Oral
en lo Criminal Nº 1. Hace pocos meses, Uruguay derogó una ley similar.
La ley 23.737 “convierte al usuario de drogas en un delincuente, condición que
lo marginaliza y clandestiniza, haciendo muy difícil cualquier intervención de
asistencia y prevención”, explica el comunicado. La penalización del consumo
“pone en peligro la integridad física del usuario y lo deja en situación de ser
objeto de coacciones o extorsiones”; además, “le impedirá conseguir trabajo en
un país donde la desocupación orilla el 20 por ciento”.
Según graficó Vázquez Acuña, “si el consumo de alcohol estuviera penalizado, no
podría existir la entidad Alcohólicos Anónimos”. El magistrado recordó que “el
concepto de ‘reducción de daños’ se vincula con la prevención de enfermedades
como el sida: las organizaciones internacionales encabezadas por Onusida, de
Naciones Unidas, promueven que el usuario de drogas deje de ser caratulado como
delincuente, ya que esto es lo único que abre la posibilidad de que se acerque
por sí mismo a los servicios de salud y elimina los tratamientos compulsivos, de
fracaso previsible”.
Argentinos y chilenos que consumen
más cocaína, colombianos que exportan más heroína, europeos y norteamericanos
que siguen siendo los primeros y segundos mercados del mundo, albaneses que
producen el más grande volumen de cannabis: ésos son apenas algunos de los datos
que el organismo de fiscalización de drogas de la ONU reveló en su informe
anual.
Con una postura que procura no permitir legalizaciones del cannabis como las que
se insinúan y realizan en algunos países de Europa, y el aplauso a las campañas
de erradicación que eliminaron miles de hectáreas de sembradíos de coca en
Bolivia y Perú, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE)
salió a alertar también sobre los nuevos consumos de los europeos que prefieren
las drogas químicas.
De acuerdo con los datos de la JIFE, Argentina y Chile serían los países de la
región con el consumo ilegal anual más alto de cocaína. Aun así, los datos de
Interpol que repite el informe indican que cerca de la mitad de los entre 700 y
900 toneladas de cocaína que produce la región andina van a los mercados
ilícitos de América del Norte. Otro tanto termina en Europa, y cada vez más en
el continente que la produce y la consume. Así, tras Chile siguen Brasil, Chile,
Ecuador y Venezuela como consumidores de la sustancia. Es en Perú y en Bolivia,
en los países en que se aplicaron las quemas de plantaciones acordadas con
Estados Unidos, en los únicos en los que la JIFE registró un “aparente descenso”
en los niveles de consumo.
Argentina no se limita a la cocaína en cuanto a su rol en el informe. También
aparece mencionada, junto con Brasil y Ecuador, como uno de los tres países de
la región donde se registró un incremento en el uso de heroína. Y el otro
crecimiento del país es el de las incautaciones de cargamentos de marihuana:
mientras en el resto del continente aumentaron hasta un 50 por ciento en la
Argentina se duplicó. En ese sentido el cannabis sigue siendo la única droga de
producción y consumo interno para Latinoamérica.